Domingo, 10 de Noviembre 2024
Sábado, 10 de Agosto del 2024

Jimena Petritch, emprendedora de pura cepa: “Soy una inalcanzable buscadora del bienestar"

Genera 400 botellitas de caña con ruda con un año de maceración que luego revenden comercios de Funes: “Para su efecto, se puede tomar todo el año”, dice.

Hablar con Jimena Petritch (@dulces.jime)  da ganas de hacer de todo, porque tal como ella lo demuestra, nada es imposible. Desde hace unos 7 años es emprendedora de pura cepa e insta a muchos otros a serlo para conseguir su objetivo, sea personal o económico. En Funes muchos comerciantes la conocen por ser la que produce la caña con ruda que, con un año de maceración y con muchas hojitas de ruda, estos locales luego revenden a comienzos de agosto. También es pastelera, prepara unas bandejitas y postres que tientan a más de uno. Pero eso no es todo: vende huevos de campo, los cuales lleva en el baúl de su auto. “Encontré a una persona hermosa en un momento bastante bajón de mi vida y me ofreció un trago de caña con ruda. Dijo ‘necesitás esto’ y me explicó todo su  significado. Crease o no, desde ahí me interesé en el tema y comencé a producirla”, relató Jimena sobre el inicio de un proyecto versátil como el suyo.

— Es muy fuerte la caña, ¿te gustó el sabor? ¿Qué te hizo elegir ese emprendimiento?

— Cuando Silvia me lo dio no me gustó ese sabor, pero me pareció interesante distinguir esa tradición y producir las botellitas que necesitan tener un año de maceración. No olvidemos que la tradición de la caña con ruda es de origen guaraní y la tomamos el primero de agosto que coincide con la celebración de la Pachamama. Se dice que al tomar esta caña se disipan los malos augurios que puede traer agosto (conocido como un mes de intensas lluvias y frío). Comparto esa tradición porque me gusta y dan alegría, esperanza y hacen bien, creo que debemos promover la cultura autóctona y generar buena energía y bienestar sobre todo.

— O sea ¡a ponerle ganas a esos sorbitos! 

— Si, hay que pensar bien en esa intención que se tiene al tomarlos, son tres o siete, depende el gusto del consumidor, y es algo que se puede tomar todo el año, no sólo el 1 de agosto. Hace ya siete años que la vengo produciendo me gustó tanto compartir que empecé a hacer para vender sobre todo para que la gente pueda experimentar los beneficios, y que los comercios de Funes me compren las botellitas que hago con tanta dedicación, es un gran abrazo al alma.


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—¿Qué otros beneficios tiene la caña con ruda?

 La ruda tiene muchas propiedades como una gran cantidad de vitamina C, aceites esenciales, principios activos, todo eso se extraen macerando por un año la ruda con el alcohol de la caña. La tradición tiene que ver con que ante no había remedios ni vacunas ni nada, eran todos productos de la naturaleza los que te sanaban y la ruda era la gran aliada. Incluso es ideal para combatir resfríos, estados gripales, también tonifica las arterias, normaliza el flujo de la sangre beneficiando, por supuesto, todo el aparato circulatorio y favorece el funcionamiento del aparato digestivo combatiendo la indigestión. También se dice que ayuda a la eliminación de gases, parásitos, cólicos, pero para esto es mejor tomar la caña Piragua, que es más amarga. Mi botellitas las preparo con caña Legui, que es más dulzona porque tiene azúcar y cítricos.

— Siempre con ruda macho, ¿no?

— La ruda no es ni macho, ni hembra, porque la planta es hermafrodita. Es decir: tiene ambos órganos en la misma planta. La diferencia está en las hojas y me gusta decir que son como las personas, todas diferentes y ahí está su encanto. Las que llaman ruda macho tiene hojas más grandes y son más aromáticas, pero en mis botellitas tenés de las dos.

—¿Fue tu primea experiencia como emprendedora?

— No, hice de todo (risas). Empecé desde chiquita, incluso emprendiendo me pagué el viaje a Bariloche. Vengo de una familia humilde, económicamente, aunque muy rica en amor y valores y la volvería a elegir por todas mis vidas. Pero bueno, a veces no se podían hacer muchas cosas y como me gusta todo lo que es manual y el contacto con las personas me enriquece mucho hice bandejas para desayuno, tortas de cumpleaños, adornos de porcelana fría, vendí pastelitos en las fechas patrias y todo eso me llevó a descubrir mi amor por la cocina y la comida casera. Una de las tantas cosas que heredé de mis padres, a quienes les gustaba mucho hacer fiambres caseros, escabeches, tortas, dulces, todo muy rico. Ellos me enseñaron a vivir un día a la vez, un paso a la vez, y a luchar por lo que uno quiere y hacer lo que a  uno más le guste, y que todo esfuerzo tiene su recompensa. También hice un curso de yoga, el cual ejercí muchos años. Todo eso me permitió pagar los viajes de deportes y de Bariloche de mis hijos, como pasó con el mío en su momento. Hasta hemos realizado una pollada con otras mamás en San Telmo para poder pagar viajes de los chicos. Mis padres siempre me enseñaron que hay que buscar lo mejor para uno y para los demás, por eso no bajo los  brazos, y cada acción que hice valió el esfuerzo, que me gusta decir eso, que valió el esfuerzo no la pena, porque no fue una pena fue algo muy lindo que nos permitió disfrutar de la vida. Siempre digo que es esencial luchar por lo que uno quiere y hacer lo que más te guste y que todo esfuerzo tiene su recompensa.


—¿Cómo es hoy tu día a día?

— Me tomé una pausa con el yoga porque quiero dedicarme a mis hijos y seguir con el emprendimiento de la pastelería. Estoy casada con el amor de mi vida, con quien hace 32 años comparto mis días y quiero cuidar esta hermosa familia que creamos, así que hago lo posible por estar trabajando desde casa. Incluso se viene un viaje de uno de mis nenes así que seguimos vendiendo huevos, caña con ruda, alfajores y otras cosas dulces muy ricas que entrego los fines de semana, además de un producto que vengo haciendo desde hace unos meses: las barritas de cereales saludables para el cole y los chicos que hacen deportes.

— Así como tus padres te enseñaron a esforzarte por lo que querés, tus hijos reciben el mismo mensaje

— Mis hijos y hasta personas que no conozco. Como te decía, vengo de una familia humilde, siempre tuvimos que hacer cosas para estar mejor, ayudarnos entre nosotros y, por ejemplo, cuando llegó mi viaje a Bariloche recuerdo que siempre hice cosas para vender, como pastelitos y pizzas. Yo quería ir con mis amigos y mis viejos no me podían pagar el viaje, así que a mis 15 años era vender eso, cuidar niños, todo sumaba. En cuanto a la ayuda entre todos, pasó también que una mamá del grupo de unos de mis hijos no podía pagar el viaje del suyo y, sin conocerla, la convencí para vender pizzas y así juntar el dinero. La vendíamos juntas en el club y nos fue muy bien. A veces también necesitamos que del otro lado alguien te de una mano, una idea. Uno no se salva solo.

Los padres de Jimena, a quienes le rinde homenaje en cada proyecto que emprende.

—¿Qué les atrajo de Funes?

— Llevamos 19 años acá, vinimos cuando el mayor tenía 3 meses y desde Rosario buscábamos verde, un mejor lugar para vivir. En Rosario estábamos estudiando con  mi esposo, él es de Villada y yo nací en Wheelwright, pero tengo toda mi familia en Firmat. Viví en Formosa, en el Chaco, mis padres se mudaban por trabajo así que soy de todos lados, pero encontré en Funes el lugar para mi familia. Acá crecimos, acá trabajamos, acá luchamos por nuestros sueños y sabemos que no estamos solos. En Funes nunca estás solo.

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