Jueves, 21 de Noviembre 2024
Viernes, 26 de Abril del 2024

Héctor Graells: “Sin mis piernas pensé que no iba a tener nada, y hoy tengo todo”

El basquetbolista y desde sus 15 años está sobre una silla de ruedas. Es testimonio de voluntad, resiliencia y de la importancia de una sociedad integradora.

Este sábado Héctor Graells, funense de pura cepa, fue el protagonista de un partido de básquet adaptado (en silla de ruedas) y una charla al público sobre la importancia de la inclusión (o como prefiere decir: integración) en el pueblo funense. El evento también tuvo como objetivo la entrega de una silla de ruedas a un niño de la ciudad que no podía salir de su casa por no tener la adecuada, todo de la mano de Cilsa y el Municipio de Funes. Además de lucirse sobre ruedas, a sus 41 años Héctor da testimonio de su resiliencia, de su fuerza de voluntad y de sus ganas de salir adelante. 

A los 15 años fue arrollado por un tren y, al perder ambas piernas, por su cabeza pasaron cientos de pensamientos negativos hasta que vio que podía salir adelante. “Tenía 15 años y pensaba que sin mis piernas ya no iba a poder salir, tener novia, un trabajo, y pude lograr cada cosa de esa lista. Hoy tengo todo, tuve una pareja que me acompañó, con la que tuve un hijo del que estoy orgulloso, tuve mucho trabajo y gano dinero haciendo lo que me gusta, ¿qué más puedo pedir?”, compartió.

De chico practicó fútbol y básquet en San Telmo y tras el accidente se incorporó teniendo 17 al equipo de Sportmen, en Rosario, donde compartió horas de entrenamiento y partidos con quienes ya jugaban “en las grandes ligas”, quienes ayudaron a Héctor a entender que hay una vida y se puede ser feliz en una silla de ruedas.


— ¿Cómo fue ese proceso de adaptación a esta nueva vida?

— HG: Lo importante de todo eso, además de mis amigos, de mi familia y en ese momento de mi novia, fue volver a aceptarme, a poder verme de esa forma. Y lo importante es poder hablar de lo que sentís, incluso de tus miedos y todo con un terapeuta. La terapia me ayudó mucho.


— ¿Cómo fue encontrar el amor también en medio de este proceso?

— Con la flaca nos conocíamos de chicos, habíamos ido a la primaria juntos, después a la secundaria en la 398 y luego del accidente nos pusimos de novios. Y a los dos años tuvimos a Eric, nuestro hijo. Así que llegó el amor, una familia propia, todo junto en una gran responsabilidad que muchas veces fue difícil de llevar adelante pero puse lo mejor de mí. Éramos muy jóvenes y tanto la familia de ella como la mía nos ayudaron mucho en todo, así que eso me impulsó a salir adelante y Eric era mi motor. Tenía alguien que me necesitaba así que no podía bajar los brazos.


— ¿Cuál fue tu primer trabajo?

— En eso me ayudó mucho Juan Miguez, que era el intendente por entonces, y comencé a trabajar en Acción Social. Él fue uno de los primeros ejemplos de inclusión laboral que tuve y hasta el día de hoy le estoy muy agradecido a él y a su familia.


— Y mientras tanto seguías con el deporte

— El deporte me abrió muchas puertas también. Claro que todo es fruto de la dedicación, en mi historia y en la de todos. Y pude recorrer el mundo jugando al básquet, lo cual me hizo y hace muy feliz, aunque paralelamente me perdí muchos momentos de la infancia de mi hijo al estar viajando tanto, pero era también un trabajo, y tenía que hacerlo para ayudar a mi familia. Son decisiones, pero sé que estuve todo lo presente que pude estar.


— En tus charlas, ¿quiénes hacen más preguntas, los chicos o los adultos?

— (Risas) Definitivamente los chicos. Es hermoso escucharlos, aparte tienen desde su inocencia y curiosidad una necesidad de saber tremenda. Con Cilsa venimos trabajando hace muchos años con la inclusión y la concientización, sobre todo de la integración. Es importante integrar a la persona con discapacidad o con algún tipo de diferencia social o mental. Por eso hacemos este evento en Funes, para mostrar esta realidad que viven tantas personas y a veces se suele no visibilizar. Y en cuanto a las preguntas, además de qué me pasó me llegaron a preguntar cómo me baño, cómo hago para jugar al básquet y hasta si me van a crecer las piernas, ¡como si fuera una planta! (risas). Los adultos no, suelen preguntar más quienes tienen algún allegado o familiar con discapacidad, pero el resto, aunque tenga dudas, se llama a silencio.


— Bueno, supongo que también tu realidad, tu historia, ayuda a muchos a entender que uno suele exagerar algunos problemas al no tener, por ejemplo, un impedimento físico tan importante, ¿no?

— No, en eso no estoy de acuerdo. Llevo tiempo hablando precisamente de esa comparación. En estos años pude ver, darme cuenta de que el problema que uno tenga es importante, sea cual sea, y hay que ayudarlo igual. Si vos tenes ambas piernas, tus problemas o tus angustias no son menores que las mías, que no las tengo. Yo tuve obstáculos que superar, al igual que vos y que todos y cada uno de ellos importa y merece atención, contención y empuje. Hay que respetar las situaciones, sea cual sea, que el otro atraviesa, no minimizarlas.


— Es una gran lección, y se agradece ¿Y qué pasa con la lástima o la sobreprotección?

— Es lo peor que te puede pasar. En principio, salir adelante o no está en tus ganas, en tu fuerza, en tu cabeza. Pero paralelamente, si tenes al lado alguien que te trata con lástima o te asiste en todo, tampoco es bueno. Yo estoy agradecido de quienes en su momento fueron duros conmigo y me dijeron “arreglátelas solo”. Y si, tuve que hacerlo y así recuperé mi independencia.


— ¿Cuál es tu meta ahora?

— Estoy muy abocado al trabajo, al deporte, pero sé que estoy tirando mis últimos cartuchos en el básquet. Pero no me gustaría dejar del deporte, podría ser técnico. De todas formas mi futuro es seguir trabajando por la integración, porque si bien yo nunca le di cabida a la discriminación o al desprecio, eso suele lastimar a muchas personas y quiero trabajar por una Funes inclusiva. Que grandes y chicos respeten sinceramente a quienes tienen algún tipo de discapacidad o dificultad. Aún hay mucho por hacer.

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