Fusionan la cocina y el arte para crear un espacio sinigual en Roldán
Apasionados y eclécticos son los adjetivos que definen a los protagonistas de este emprendimiento.
Mariano Drovetta es un chef apasionado con más de dos décadas inmerso en el mundo de la gastronomía, junto Carolina Uranga, artista plástica y arte terapeuta, lograron trascender las fronteras convencionales al fusionar el arte y la cocina en una experiencia que ya cautivó a un interesante público a pasos de Funes, en Roldán. Esta pareja, unida por la pasión y el deseo de compartir, dieron vida a "La Cocina de Mariano" y "El Zorro Taller de Arte Creativo", un espacio donde la cocina se encuentra con la expresión artística de manera única y lo más especial, para transmitirla ambas pasiones a quienes se acerquen. Hasta hace poco Drovetta estuvo a cargo de Bonito Comedor, en el barrio de Fisherton.
"Desde los cinco años me gusta la cocina. Para mí siempre fue un espacio de juego, de disfrute con todo el mundo de colores y sabores que traía me sentía un mago haciendo alquimia", relató Mariano en diálogo con InfoFunes. Su carrera, que incluye desde la gestión de grandes empresas gastronómicas hasta la creación del restaurante "Bonito", le llevó a unir su amor por cocinar con la creación de espacios donde la sorpresa y la conexión humana fueran los protagonistas.
En los talleres que realizan en Roldán el factor sorpresa siempre está presente, ya que los asistentes nunca saben que los va a esperar. "Siempre me atrajo la idea de cocinar para mis amigos y familiares", reconoció y explicó: "La noción de la cocina sorpresa nació en mi hogar, donde la gente se entregaba a mi arte culinario, permitiendo que la creatividad fluyera sin restricciones. La comida no era simplemente un plato; era una experiencia que fomentaba la charla y la conexión genuina".
Después de años llevando su propuesta a diferentes lugares, desde Uruguay hasta su hogar en Fisherton, Mariano decidió cambiar de rumbo para equilibrar su pasión con el tiempo en familia. Así fue como surgió "La Cocina de Mariano", para posibilidad a que los participantes exploren sabores, técnicas y la magia que pueden lograr entre ingredientes, condimentos y utensilios.
Carolina, compañera incondicional de Mariano, comparte una historia igualmente rica en expresión artística. Desde su infancia en el campo hasta su carrera como contadora pública, su conexión innata con el arte siempre estuvo presente. Sin embargo, fue a través de sus experiencias como madre, la pérdida de su madre y la conexión con el yoga que redescubrió la importancia del mundo artístico en su vida.
"El arte es como un canal de expresión", explicó Carolina y resaltó: "A través de éste podemos observar lo que llevamos dentro, nuestras experiencias, nuestras alegrías y nuestras heridas". La transición de la vida corporativa a la apertura de su propio local de moda en Rosario marcó un cambio significativo. Asesorar a las mujeres y conectar con sus necesidades despertó en Carolina una pasión por embellecer no solo a través de la moda, sino también a través de la expresión artística.
Su encuentro con el yoga y la práctica de arte terapia se convirtieron en pilares fundamentales para conectar con lo más auténtico de sí misma. "El arte terapia es una herramienta poderosa. Nos permite expresar lo más genuino del ser, sanar y alinearnos con nuestra esencia más elevada", compartió.
Fue así como hace cinco años la pareja decidió unir sus talentos y pasiones en un proyecto que va más allá de la gastronomía y el arte individual. Ahora la cocina y el arte convergen para transmitir su experiencia. "Queríamos abrir un encuentro entre personas desconocidas, donde todos nos pusiéramos al servicio de un propósito claro: cocinar juntos para después sentarnos a comer y compartir", explicaron. "En estos encuentros suceden cosas maravillosas. Cada participante se convierte en parte de algo más grande, donde la comida se convierte en una obra de arte y el arte se manifiesta en cada bocado". Estas vivencias las plasman muy bien en sus cuentas de Instagram.
En el corazón de Roldán, estos encuentros no solo nutren los paladares y despiertan la creatividad, sino que también tejen vínculos significativos entre los participantes y los anfitriones, Mariano y Carolina. "Cada taller se convierte en una travesía, creando un espacio donde las delicias culinarias se entrelazan con la expresión artística, y donde cada persona se sumerge en una experiencia única que perdura mucho más allá de la última degustación", finalizaron.
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