Es funense y tras recorrer el mundo vuelve a la ciudad para abrir un centro cultural
El bailarín, coreógrafo y actor Rubén Celiberti pondrá toda su trayectoria al servicio de quienes busquen realizar su sueño en la casa donde se crió.
Rubén Celiberti (@rubenceliberti) llegó a Funes junto a su familia a los nueve años. A los 14 se fue a Buenos Aires para audicionar en el teatro Colón, desde allí su carrera no tuvo techo. Fue de la “banda” de Julio Bocca, Maximiliano Guerra y Eleonora Cassano, viajó y trabajó en Francia e Italia, y a sus 61 volvió para tirar las paredes debajo del que fuera su hogar para generar nuevos recuerdos y proyectos en La casita de mis viejos, el centro cultura más grande y ambicioso que tendrá Funes el año próximo.
Junto a Eleonora Cassano
En Rosario se mudaron muchas veces pero la última casa fue en Arroyito, sobre la calle Rubén Darío. Una Navidad su padre le regaló a su hermana un pianito de juguete y a él un Pato Donald de plástico. “En ese instante agarré el piano, enseguida toqué el “Que los cumplas feliz” y mi papá, con las manos engrasadas, me dijo: ‘Pero vos sos un artista’”. Desde entonces, a sus cuatro años, comenzó a aprender piano con Titi Brunatto, quien vivía enfrente. “Yo cruzaba la calle y estudiaba con ella, me ensañaba por medio de colores”, recordó. A su vez, su padre le regaló también un todadiscos marca Winco, donde escuchó “las voces de Caruso, Gilli, María Calas, los valses de Straus, Frank Sinatra, Carlos Gardel, la música napolitana, la francesa con Edit Piaf, y ahí yo me trepaba a este tocadiscos para ver si adentro estaban los músicos”, dijo entre risas.
Su padre fue “el doctor de las heladeras”, era mecánico de refrigeración y lo llamaban de todos lados, incluso de la morgue y con “una platita que tenía” pudo comprar el terreno en Funes y construir la casa junto a otros dos albañiles.
Su madre, ama de casa, se dedicó a criar a Rubén y a su hermana Patricia y nunca imaginó el proyecto que su hijo tendría para la casa en la que vivieron tantos años, ubicada en Los Claveles 1853.
“Siempre ayudé a mi hermana y a su hija, mientras ellas vivían en esta casa. Pero cuando volví vi que la casa estaba destruida, por descuido y por voluntad propia, así que le canté las 40. Igual siempre la idea era dividir la casa así cada uno tenía su espacio, pero su orgullo fue más allá, decidió irse, así que ahora soy yo el que le da una nueva vida a estas paredes”, relató en diálogo con InfoFunes.
“Me hice cargo de las miles de deudas que quedaron y recordé lo que me dijo mi padre: Rubencito acordate que esta es la casita de tus viejos, y esto no va a ser más un hogar sino un espacio donde niños y adultos puedan tener clases de danza, teatro, introducción a la comedia musical y puedan utilizar este patio, esta casa para empezar a crecer con sus sueños como lo hice yo”, agregó.
La casa en la que creció Celiberti y ahora transformará en centro cultural
Si bien hoy el espacio está lleno de escombros y apenas algunos lugares están “delimitados” para las que serán su nueva función, Celiberti ama los desafíos y este es, tal vez, el más ambicioso de su vida. En La casita de mis viejos se espera tener un gran escenario de ocho por nueve metros, apto para orquestas y grandes formaciones, como también para obras de teatro con gran despliegue escenográfico. A su vez, aclaró que no sólo podrán ver el espectáculo quienes asistan al mismo, sino también se podrá ver vía streaming, ya que el espacio contará con cámaras especiales que permitirá que muchas más personas puedan ser testigos de tal o cual evento, abonando su entrada vía online, una modalidad que creció mucho desde la pandemia por el coronavirus, allá en el 2020.
Pero eso no es todo, durante la semana, La casita de mis viejos será lugar de clases, talleres, presentaciones de libros, y mucho más. “Va a ser un espacio con propuestas de calidad nacional e internacional, y va a dejar una huella en Funes, en la provincia y en el país”, dijo confiado.
A la derecha, Celiberti ensayando, el del medio es Maximiliano Guerra
Sobre su visión de la ciudad, Celiberti dijo: “Vine a vivir cuando todo era campo, era una ciudad maravillosa, hoy también, pero se perdió mucho lo artesanal del señor que venía del tambo en caballo y con un carro hasta tu casa para traerte la leche, la manteca y el pan con chicharrón. Tenías un almacén a siete cuadras y podías caminar por la calle tranquilo sin riesgo de que algún loquito te lleve por delante con el auto o la moto, como pasa ahora”.
A su vez, en materia de caudal artístico; sostuvo: “Falta mucho trabajo, vi a mucha gente que no se anima, y el ser artista es a todo o nada, también vi varios talentos, pero en La Casita no se va a enseñar a cantar o a bailar, se va a reforzar y pulir el talento que llegue. En mi caso, a los 14 años, cuando me fui solo a Buenos Aires, gracias a esa irresponsabilidad de mis padres hoy soy quien soy. Dormía en la calle, en la estación de Once, al ser menor de edad no había pensión u hotel que me recibiera, y siempre me rodee de gente muy culta, muy honesta y muy talentosa. Así me formé y pude ser uno de los dos elegidos en esa audición nacional a la que asistieron 700 personas. Acá no hay espacios para tibios”.
Y aconsejó: “Siempre se necesitó la contención a las y los artistas, pero todos deben saber que si dependen del gobierno, o la municipalidad, van a tener un cierto provecho pero nada más, después eso se termina y quedás en nada. Los artistas debemos autoabastecernos, ser los responsables de nuestro éxito, de nuestro trabajo. Hay que saber comunicar, ser persistentes, ésa es la llave del éxito”.
Codo a codo con los grandes
Su formación primaria como artista la tuvo en la escuela Nigeria Soria, junto a la docente Isabel Taboga y de allí fue directo al Instituto Superior de Arte del Teatro Colón de Buenos Aires.
Sobre los tiempos que corren mencionó: “Hoy hay más escuelas y academias, pero en esas épocas se producían grandes artistas y hoy pibes regulares que hacen lo que pueden. En esos tiempos El Lago de los Cisnes se hacía con cien bailarines en escena, hoy con suerte te traen 40 o 50, incluso en el mismo Colón”.
Junto a Maximiliano Guerra, su compañero del Colón.
Entre sus anécdotas está la que vivió junto al bailarín ruso Rudolf Nuréyev, quien, durante las clases que tomaba para su nuevo espectáculo, descubrió que no tenía un pianista cerca y Celiberti tomó ese rol. Al saber el ruso que Celiberti también era bailarín, lo contrató y una vez finalizado el espectáculo viajaron juntos a Francia, ya que el argentino quería cumplir otra meta: conocer París.
Allí en Francia trabajó seis años con el coreógrafo Roland Petit, se lazó con varios premios por su despliegue y luego audicionó para la RAI en Roma, donde fue una de las primeras figuras de la tevé italiana. “Trabajé 20 años en Italia, hice muchas comedias musicales en toda Europa y tengo ahora la propuesta para ir en junio a Nápoles, para un concurso internacional de danza en la isla de Capri”, adelantó.
Junto a Moria Casan en una entrevista
“Con estos proyectos, más las funciones que tendremos a cielo abierto en medio de los escombros, se irán juntando los fondos para las obras del centro cultural. De hecho pienso crear una fundación para que todo lo de La Casita ingrese a una cuenta especial y podamos trabajar como cooperativa. Es más, estoy abierto a las donaciones que puedan hacer las empresas para este espacio que va a ser único en Funes”, resaltó.
Un “adelanto” en el Museo Cochet
En la misma línea, una muestra de la calidad artística con la que contará la agenda de La Casita, se podrá ver el próximo fin de semana, sábado 8 (a las 21.30) y domingo 9 (a las 21), en el museo Cochet, de Gustavo Cochet y Avenida del Rosario, donde Celiberti presentará una serie de canciones de todos los tiempos bajo el título de “International Concert”.
“Voy a presentar un popurrí de la música que amo. Habrá temas de Piazzolla, de Gardel, algunos clásicos italianos, otros franceses y de apoco iré hilvanando anécdotas q tienen que ver con mi vida, mi infancia, mis sueños. De esta manera el público va a poder conocer mi universo y darse una idea de qué verá muy pronto en La Casita de mis viejos”, concluyó.
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