Es cocinero, vivió en Israel y volvió para abrir un oasis de comida de medio oriente entre Funes y Roldán
Desde una casa rodeada de verde, el chef Feno Grimbe impulsa un proyecto gastronómico único que combina cocina, delivery y experiencias al aire libre.
En Roldán, pero con un pie firme en Funes, florece un proyecto que transforma la comida en experiencia y la tradición en innovación. Se llama Zait, y detrás de los fuegos está Feno Grimbe, un cocinero con alma nómade que encontró en estas dos ciudades el lugar ideal para echar raíces, al menos por ahora. Con una propuesta que combina sabores del Medio Oriente, calidez humana y encuentros con sentido, Zait se consolidó como una referencia en la región, distribuyendo semanalmente sus productos también en Funes y construyendo un vínculo cercano con la comunidad local. Además, ofrecen experiencias a puertas cerradas.
Feno tiene 42 años, es rosarino, pero su recorrido lo llevó lejos. Vivió diez años en Israel, trabajó en restaurantes de alto nivel, se formó en todos los aspectos de la gastronomía y desarrolló un paladar refinado que hoy vuelca en cada preparación. A su regreso, fue parte de un bar familiar en Rosario, y más tarde, entre temporadas en Uruguay y viajes por Brasil, fue perfilando su estilo, una mezcla de sabores auténticos, atención al detalle y hospitalidad como bandera.
Zait nació casi por accidente, después del cierre del bar. Un amigo le enseñó a hacer pan pita y, al principio, lo elaboraba solo para él. Pero la pandemia cambió los planes: la gente necesitaba comida casera, sabrosa y diferente, y su hummus –cremoso, suave, fiel al sabor israelí– se convirtió rápidamente en un éxito. Hoy sus productos llegan a una gran cantidad de hogares tanto en Roldán como en Funes, donde desarrolló una clientela fiel que valora no solo la calidad de lo que ofrece, sino también la cercanía y el trato personalizado.
El catálogo de Zait incluye falafel, kebab, pollo tarator, pan pita artesanal hecho uno por uno, y preparaciones listas para comer o para cocinar en casa. Feno recibe pedidos por WhatsApp y coordina personalmente los repartos, incluyendo entregas regulares en Funes. “La gente de Funes siempre me apoyó muchísimo, tengo muchos clientes fijos, y es una ciudad con mucha apertura a propuestas nuevas. Para mí es clave en el crecimiento de Zait”, destacó.
A su vez, comentó que no solo ofrece un servicio de delivery: es también un concepto que se expande a través de Velesa, el espacio que el chef creó en su casa de Roldán. Allí organiza cenas y eventos gastronómicos al aire libre, bajo una gran carpa rodeada de árboles, sin vecinos a la vista, donde la experiencia va mucho más allá del plato. El menú, de tres a cinco pasos, combina platos con historia, sabores que aprendió en sus viajes o que lo conectan con momentos personales.
Las cenas en Velesa ofrecen mesas privadas, pero también una opción comunitaria: una gran mesa compartida para quienes llegan solos o en grupos pequeños y quieren abrirse a la experiencia de conocer a otros. “En esas mesas pasa algo mágico. Se arma conversación, hay música, guitarra, se generan vínculos que muchas veces siguen después. Es un espacio libre de estrés, así lo defino, porque la idea es esa: salir de la rutina, disfrutar, estar presente”, explicó.
Además, Velesa también atrae a muchos vecinos de Funes, que cruzan hasta Roldán para vivir la experiencia. La cercanía entre ambas ciudades facilita ese flujo constante. “Para mí, Funes y Roldán están unidas en este proyecto. Si bien vivo y cocino en Roldán, gran parte del corazón de Zait está en Funes, en esa gente que me abrió la puerta de su casa desde el principio”, aseguró.
Para lo que queda del año, planea relanzar los eventos de Velesa –que estuvieron en pausa durante el invierno– y expandir la venta por mayor de hummus en nuevos puntos de la región. También sueña con abrir un pequeño local, un hummus bar con menú acotado pero de gran calidad, donde el servicio, la presentación y el sabor sean el sello distintivo. Aunque no tiene fecha definida, la idea está latente.
A la hora de definir su cocina, evita encasillamientos. No habla de comida árabe ni judía, sino de comida de Medio Oriente. “La comida no tiene religión, tiene historia. Es algo que compartimos. Para mí, cocinar es eso: compartir, invitar al otro a conocer, a disfrutar, a sentirse parte”, concluyó.
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