Domingo, 22 de Diciembre 2024
Miércoles, 14 de Julio del 2021

El horroroso club del vinilo

Los amigos de Planaxia nos traen los horrorosos detalles de la úncia disquería de la región que vende exclusivamente discos de vinilo.

*Nota originalmente publicada en planaxia.com

Hoy inauguramos una nueva sección que teníamos pensada desde hacía mucho. Acá vamos a sumergirnos en la atmosfera de esos negocios que hacen que cuando pasamos por la puerta nos quedemos mirándolos, atraídos por esa cosa hipnótica que emanan. Pueden ser de cualquier rubro, lo importante no es tanto lo que venden sino la impronta, el no se qué, las historias que guardan. Son más que negocios, son #NegociosCopados.

Arrancamos con la única disquería exclusiva de vinilos de Rosario. Un paraíso para los desesperados por la música, que no está en un shopping, ni en la peatonal, ni en ninguno de los principales paseos comerciales, está perdida en una galería menor del centro de la ciudad, la Galería Independencia, con entrada por las calles Sarmiento y Rioja.

Para lxs fanáticxs de la música en vinilo no hace falta demasiado, con que una disquería tenga buena variedad de discos, con alguna que otra figurita difícil, en buen estado, y con los discos a buen precio es más que suficiente. Pero en Cementerio Club hay todo eso y mucho más. Es de esos locales que tienen una clara personalidad estética, que cuando cruzás la puerta sentís que estás entrando en otro mundo, un mundo repleto de vinilos, obvio, y de muñecos horrorosos que miran desde las estanterías.

La tienda la flasheo desde que soy chico, siempre flashié con tener un local, y de todo eso que se ve dentro del local hay muchas cosas que son mías y que están ahí para que la gente entre, las vea y se coma un viaje al pasado. En su mayor medida son cosas que antes estaban en mi casa y yo iba acumulando por si me ponía un negocio, que si bien no tenía nombre ni sabía de qué iba a ser, sí tenía una estética definida”, explica el dueño del circo, Santiago McFly Vivas, también conocido por ser el cantante de la banda The Broken Toys.

Para darle la estética al local tuvo dos grandes inspiraciones. Por un lado, la canción de Pescado Rabioso que le da nombre a la disquería. “Siempre me gustó esa canción, la atmósfera, el audio, y siempre imaginaba, a medida que la iba escuchando, como un lugar en donde todos los viejos músicos muertos se reúnen a tocar por la madrugada. Entonces siempre le fui dando esa identidad”, cuenta.

Y por otro lado siempre fui muy fan de todo lo que es el cine de horror, el cine clase B, y de las películas clásicas de monstruos de los 50 a los 80. Entonces toda la idea cuajaba por ese lado, y que el negocio sea una especie de tren fantasma de los vinilos también, una cuota de horror vintage”, profundiza.

Amor al vinilo

Para McFly, vender vinilos “es una bendición”, el vehículo que le permite cumplir un viejo sueño: vivir de algo relacionado con la música. Antes de montar esta tienda vendió discos exclusivamente vía internet y también tuvo un ensayo previo en el garaje de su casa. Y antes de todo eso era un fanático de los vinilos que ni pensaba en dedicarse a su compra y venta. Hasta que un amigo, colega, le quemó la cabeza insistiéndole en que se dedique a los vinilos. “Un día apareció y me dijo: <>. Y así fue, compré, empecé a ofrecerlos, a relacionarme con gente que estaba en el tema de los discos, y para cuando me quise dar cuenta tenía un montón de clientes y estaba comprando cada disco que veía por ahí para tener cada vez más stock, cada vez más estilos de música diferentes que ofrecer”, recuerda.

El único formato en que escucho música es en vinilo”, dice. Entonces le preguntamos por qué prefiere el vinilo. “No me interesa ser un nerd del sonido ni comparar formatos. En realidad me enamoré del vinilo por un montón de otras cosas, por una cuestión de nostalgia, de lo que me causaba sentarme en frente de un tocadiscos de chico, porque me encanta ver al disco, verlo girar, poder escuchar que en alguna parte hace un ruido y poder ver que ahí tiene una marca, ver por dónde está pasando la púa en cada una de las canciones… ya es una cuestión de romance con el formato en sí, y de un amor y una costumbre por ese audio que tiene el vinilo”, cuenta con pasión.

No hace falta que expliquemos que en estos momentos se vive una especie de boom por el vinilo, basta con pasar por algunas de las disquerías que aún quedan para ver como los discos negros copan las vidrieras y avanzan sobre los CDs, que están en retirada. La realidad es que mientras se vivía el reinado mainstream de la música en compact discs hubo un puñado de estoicos resistentes que se mantuvieron en los sótanos escuchando música en vinilo, vieja, claro, porque todo lo nuevo salía en CD.

Hay muchas explicaciones de este revival y McFly tiene la suya: “Había llegado un momento en que todo se había vuelto tan impalpable con lo que es la música comprimida o en streaming, en donde se había perdido eso de decir <>. Se había hecho todo tan volátil y la vuelta al vinilo responde a la vuelta a la raíz, a decir <>, y no es lo mismo tener mil mp3s en la computadora que tener 100 discos de vinilo en un estante”, da su punto de vista.

Sus vinilos preferidos

Cualquiera que coleccione cosas tiene algunas a las que les guarda un cariño especial, sus favoritas. Quisimos saber cuales son los discos que McFly atesora con más afecto. “El que más atesoro es un Revolver, de Los Beatles, que perteneció a mi viejo y fue el primer disco con tapa que encontré y escuché íntegro. Y después hay un disco que me gusta mucho porque Gene Vincent es prácticamente mi héroe, pero además porque fue un regalo de Ariel, mi compañero de banda en Broken Toys. En realidad me lo prestó y nunca más me lo pidió, y yo nunca tuve ninguna intención de devolvérselo, fue cuando éramos muy chicos y recién estábamos empezando a escuchar rockabilly. Él tenía ese disco de vinilo que había sido de su tía, todavía la tapa dice <>. Y para mí Gene Vincent era lo más del rockabilly, tener ese vinilo era lo más, y Ariel me lo dio y fue el disco más importante que tuve cuando empecé a coleccionar discos”, cuenta con emoción.

Después tengo miles de otros discos. Siempre encuentro una excusa para que cual o tal disco tenga algo único por lo cual no tengo que venderlo y me lo tengo que quedar, y lo tengo que tener para siempre. Todos los días encuentro una excusa nueva para encariñarme con un disco, y esto no se termina nunca”, nos dice como despedida.

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