Domingo, 29 de Septiembre 2024
Lunes, 05 de Abril del 2021

El eterno legado de Mariano

Luciana, hermana de Mariano Reciutto, retomó el proyecto de su hermano fallecido y los Adultos Mayores volvieron a tener un espacio de encuentro para la tercera edad

En cada acto y en cada encuentro público funense se lucieron durante años las señoras vestidas con remeras verdes. Desde el 2014 funcionó el espacio de Adultos Mayores que años después se convirtió en un área municipal. La idea nació como un proyecto de Mariano Reciutto, un profe de educación física que fue el impulsor de un espacio donde abuelos y abuelas encontraron un lugar de pertenencia.

Pero el 2020 fue un año triste, las remeras verdes quedaron perdidas en algún cajón. Con el cambio de gestión el área de deshizo. La mayoría de los profes talleristas fueron desvinculados del municipio. El inicio de la pandemia terminó de liquidar algunas esperanzas condicionando todas las actividades, sobre todo las que involucraban a adultos mayores, principal grupo de riesgo frente al coronavirus. Pero sobre todo, hubo un hecho detonante: la muerte de Mariano, nueve meses atrás, demolió el espíritu de decenas de señoras y señores que hicieron del área de Adultos mayores su casa.

Pero hubo una consigna impulsada por el cariño que ese lugar generó en muchos: no darse por vencidos. A principios de este año Luciana Reciutto, hermana de Mariano y también tallerista de la ex área de Adultos Mayores, decidió intentar sostener un legado y encontró el acompañamiento de la gran mayoría de los ex profesores que la acompañaron en todo. De manera gratuita y por su cuenta, resolvieron retomar los talleres y volver a ofrecer a los abuelos un lugar de encuentro. 

“Cuando tomé un poquito de fuerzas y la pandemia permitió retomar algunas actividades, decidí retomar ese proyecto. Sentí que no podía dejar que esto muera, no es lo que Mariano hubiera querido. Nos juntamos con los profes y les propuse volver a trabajar esta vez ad honoren, y el amor al proyecto y el sentido de pertenencia a esa remera verde volvió a su curso. La lealtad a Mariano hizo que todos dijeran que sí, trabajan de manera gratuita y desinteresada”, contó Luciana que aún se conmueve al nombrar a su hermano y comprobar lo que generó.

Comenzaron a reunirse en la estación, al aire libre. La gran mayoría de los abuelos y abuelas que usaban la remera verde decidió acompañarlos. Ahora ya cuentan con un espacio en el Oratorio que les cedió para su uso el Padre Alberto, dan 10 talleres para unos 40 abuelos y siguen sumando más propuestas.

“Lo que Mariano creó y pensó es ese espacio para el adulto mayor en Funes, hoy lo llamamos el Legado de Mariano, decidimos retomarlo pese a que no haya más lugar dentro de la Municipalidad. Es muy importante el espacio como para que se pierda, se comparte un espíritu de grupo que les y nos hace muy bien”, contó Luciana y destacó: “Además de lo que se aprende en los talleres hay una cuestión de contención y sociabilización muy fuerte. Hay abuelas y abuelos que están solos y esto funciona como una familia. Actualmente tenemos 40 abuelos, pandemia mediante, que en su mayoría sólo salen de sus casas por los talleres”.

“Mariano fue un ser especial, de los que hay pocos. Esa gente necesaria que no abunda y que desgraciadamente se van pronto. A mí me quedaban dos caminos, seguir llorando por lo que extraño a mi mitad, mi único hermano y muy hermano, siento que literalmente estoy a la mitad. Pero la mitad que me queda la llevo adelante porque tengo un montón de gente para sostener: mi familia y el espacio de los adultos mayores, que es una gran contención para mi dolor. Honrar su memoria lo mantiene presente y vivo”, cuenta y su voz vira de la nostalgia a la dulzura cuando lo menciona.

Pero no sólo fue conmovedor para Luciana animarse a retomar ese espacio. Para ellos, las señoras y los señores de remeras verdes, fue muy movilizador también. “Mariano le dedicaba su tiempo a cada una de las abuelas, las llevaba al cine, hablaba con todas. Su ausencia es irreparable y sé que nunca voy a ocupar ese lugar, pero pretendo que el espacio se mantenga, que tengan ese lugar que es mucho más que un taller a donde ir. La mayoría de los abuelos y abuelas que van a los talleres salen de su casa solamente para ir. No tiene otra actividad, es su contacto con el exterior, con otro, con su par”.

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