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Sábado, 20 de Junio del 2020

Cien años no es nada: ¡Salud, Club Funes!

“El Club que nació en una carreta”, tituba InfoFunes en junio de 2014, en la víspera de un aniversario. Revivimos aquella nota escrita por Lucas García. Felicidades a toda la familia del Club.

Sobre una carreta que todavía hoy puede verse en el Museo Murray, una de esas que se usaban para trasladar los paquetes que venían en el furgón del tren, allí se fundó el Club Funes, la primera institución deportiva del lugar. 

Era un 20 de junio de 1920 y, como tantas otras veces, un grupo de funenses se sentó en la carreta a esperar el tren de las siete de la tarde. Alberto Panciroli prometió comprar una pelota, la compró, y con ella empezó a rodar la historia de esta añeja institución que se apresta a festejar sus 94 años de vida. 

Esa improvisada asamblea eligió a Jose Peralta como presidente y, enseguida, un contingente mínimo fue hacia Rosario a comprar el conjunto de camisetas para el nuevo club. Dicen que la asamblea había indicado otros colores pero lo cierto es que cuando entraron a la tienda Gath y Chávez se cruzaron con un maniquí vestido con una casaca verde y amarilla a bastones. “Llevemos esta que no la tiene nadie”, pensaron quienes habían ido con la misión de adquirir la primer camiseta. Así se decidió el color que identificaría durante tantos años a infinidad de deportistas.

“El club empezó a funcionar al lado de la comisaría, lo primero que ofrecía a sus socios, como no había nada, era la revista El Gráfico, que salía los jueves”, cuenta Ricardo Azurmendi, que fuera presidente durante los años 79 y 80, y que, junto a otros miembros y exmiembros de distintas comisiones directivas, se ha reunido a refrescar la rica memoria del club.

Ignacio Azurmendi (presidente 80-83), Hugo Meneguzzi (presidente  83-85), Oscar Arregui (presidente 87-95), Ricardo Lanciotti (presidente 96-08), Fernando Da Campo (vocal 12-14), Hernán Meneguzzi  (vicepresidente 12-14) y Martín Gritti (12-14) cuentan con pasión los avatares de sus gestiones y lo que recuerdan de cuando eran niños: los bailes, los corsos, el teatro en el salón, el cine, la cancha de bochas. Se envalentonan, hablan unos encima de otros; están entusiasmados, y ese ejercicio de excavación en el pasado resulta imprescindible porque, como ellos mismos lo cuentan, el incendio del club –a mediados de la década del 40- arrasó también con el sótano en donde se guardaba toda la documentación histórica del club: actas, cartas, libros y demás se transformaron en cenizas. Por eso las fechas de varios de los hitos del club son imprecisas y casi todo lo que se sabe viene por transmisión oral.

El club, que arrancó vinculado al fútbol, también se erigió como una institución social de peso. Ya en su sede actual –que por aquel entonces  daba la espalda a calle Santa Fe y miraba hacia Pedro Riós y al ferrocarril, que era el eje articulador del pueblo- contaba con un salón social que era uno de los principales sitios de reunión. Allí funcionaba la Compañía Filodramática, dedicada al radioteatro, se realizaban bailes y cenas, y también funcionaba el único cine de la ciudad. Justamente fue el cine el que –emulando esa escena de Bastardos sin gloria en donde las cintas fílmicas hacen arder un cine parisino repleto de nazis- desató las llamaradas que, alimentadas por los cortinados del equipo de teatro, destruyeron buena parte del club. “Así se quemó la historia del club”, dice alguno.

Pero con el esfuerzo colectivo todo eso volvió a levantarse. Más tarde, por el reconstruido salón desfilaron músicos de la talla de Jorge Falcon, Enrique Dumas y Chiqui Pereyra. Queda como un mojón la construcción del gimnasio, que su primera parte se hizo con lo recaudado por la venta de una rifa. Pero más llamativa fue la gestión de los materiales para la segunda parte. “Fuimos a hacer la tratativas a Casilda con los que eran dueños del cine y lo estaban por demoler. Entonces le dijimos que lo demolíamos nosotros y nos quedábamos con los tirantes, ladrillos, chapas y los pisos de pinotea. Los de la comisión que no querían o no podían venir a demoler tenían que pagar a un tipo para que vaya a trabajar.

Le habíamos pedido el acoplado a la comuna y lo traiamos empujando”, recuerdan.

Cómo ahora, que estamos en vísperas de un nuevo aniversario, son recordados los festejos de cada cumpleaños, siempre con la misma lógica: una cena, la noche del 19 de junio, y un almuerzo, el 20. En algún momento, por la década del 80, todos los viernes el club organizaba bailes para chicos. Revolotea en la memoria la imagen de algunos miembros de la comisión haciendo de patovicas y expulsando del recinto a los más pendencieros.

En sus instalaciones funcionó la primer biblioteca del pueblo, la Domingo Faustino Sarmiento, de la que todavía se mantienen sus libros. También funcionó la Asociación Colombófila, que regía las competencias de carreras de palomas mensajeras. “Las soltaban en Mar del Plata o Tucumán y cuando llegaban a los palomares de acá los dueños venían a corriendo para que anoten la llegada”, cuentan.

Los corsos de carnaval también tienen su párrafo propio, cuando sacaban las mesas a la vereda de calle Santa Fe y eran parte del jolgorio que se cerraba con una fiesta en el salón. “Hasta que la misma Municipalidad los prohibió, allá por los 80, porque la gente cada vez se tiraba con cosas más grandes. Primero habían arrancado con unos baldecitos de agua y después te tiraban con unos manguerazos que te sentaban”, recuerdan.

También se escuchan las añoranzas de las carreras de bici. Santa Fe, Moreno, San José e Irigoyen se cerraban al tránsito general y esas seis cuadras se transformaban en el circuito de bicis de carrera. “Se pegaban cada palo, duraba como hasta las dos de la mañana”, recuerdan.

Hoy, el Club Funes sigue vigente. Hockey, vóley, fútbol infantil, bochas, patín, tenis, karate, comedia musical, danza contemporánea, taekwondo, son las disciplinas que practican sus asociados, mientras siguen en tratativas para que el municipio les preste un predio en donde se pueda volver a practicar el deporte por el que el club se fundó: el fútbol de 11.

Nota publicada en la Edición 54 de InfoFunes, el 13 de junio de 2014

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