La vida por Funes
Ramona, Mema y Antonia son tres mujeres que hicieron la historia del pueblo que se convirtió en ciudad. Incansables colaboradoras de instituciones, recibieron un mimo del Concejo, que las distinguió. Ahora, cuentan su historia.
La historia de Funes está formada por pequeñas historias. Personajes que aportaron un granito de arena, ladrillos que forman la gran pared que hoy es nuestra ciudad. Hace unas semanas, el Concejo Municipal, por iniciativa de Anita Martelli, distinguió a tres de esos personajes, a tres mujeres que ayudaron y ayudan a la comunidad de Funes: Ramona Moya, Zulema “Mema” Ledesma y Antonia de Heis.
Las tres tienen décadas de vivir en Funes. Y en esas décadas dedicaron gran parte de su vida a ayudar a las instituciones de la ciudad. Ya sea un club, una escuela, una asociación, las tres ahí estuvieron para ayudar en lo necesario. Como por ejemplo, en el Club de Madres de la escuela 125.
“Yo empecé cuando mis hijos eran chicos en la cooperadora de la 125, que se llamaba ´Club de Madres´. Ahí estuve muchos años, se hacían chocolates, te canasta, ayudábamos a los chicos”, cuenta Ramona, y Mema agrega que “hacíamos el fogón todos los 11 de noviembre. Cocinábamos locro, cinco mil empanadas”.
Por su parte, Antonia rememora que “atendíamos el kiosco, yo iba los martes con Carbonari. Ese grupo estuvo más de veinte años”, y se anima a enumerar a varios de los participantes “estaban la señora de Jabbur, “la negra” Uliassi, Celia Lampone, Lulú Arbe, María Molda, Norma Marino, Ana Borelli, “Lavandina” Carbonari. Éramos un montón de mujeres, pero trabajaban los hombres también”.
Los clubes sociales y deportivos de la ciudad también eran lugares de encuentro y trabajo. Antonia recuerda que “En el club San Telmo hacíamos de todo: comidas, té canasta, chocolates. Teníamos un kiosco para los chicos del fútbol con Yolanda Tournier, ´la Pocha´ Caporella, y vendíamos tortas fritas, pastelitos, todo casero”.
La Mema y Ramona, por otro lado, estuvieron muy presentes en el Club Industrial. “Estuve mucho tiempo en el club, trabajando, ayudaba en los te canasta, iba a hacer arroz, y sigo”, cuenta Mema. “Íbamos, trabajábamos, limpiábamos. Un día buscaban un presidente y nadie quería serlo. Me preguntaron a mí, y terminé siendo presidenta, pero nadie tenía rangos ahí”. Hoy, el presidente del club es un hijo de Mema.
Como los clubes, como la escuela, varias instituciones de la ciudad fueron ayudadas por esta camada de mujeres. Ellas no lo hacían más que por la satisfacción de ayudar. El Centro de Discapacitados, fundado por una hija de Ramona, recibió mucha ayuda de estas mujeres: Ramona daba manualidades, Mema les cocinaba su famoso arroz. Incluso, años después, el propio centro le entregó un reconocimiento a Antonia por su ayuda. O la escuela de danza “Lazos de Patria”, que iba por todos los pueblos, o el centro tradicionalista “Roque Núñez”, del que Mema y Ramona son madrinas.
Como estos hay muchísimos ejemplos de instituciones que recibieron la ayuda de estas mujeres, engrandeciendo cada vez un poquito más a la comunidad funense. “Lo hacíamos con tanta alegría, nos divertíamos, siempre con una sonrisa, no nos pesaba hacerlo”, cuentan. “Yo ayudo porque me gusta nadie me paga, lo hago porque lo siento así”, cuenta Mema. “Yo pienso que es Dios quien nos lleva a ayudar”, agrega Ramona, en tanto que Antonia cuenta una pequeña historia: “Cuando yo vine a vivir acá, vine con trabajo, pero lo tuve que cambiar al mes. La gente de esos trabajos siempre me ayudó muchísimo, a que mi hijo fuera al colegio, a que tomara la comunión, cuando me casé. Y si a mí me ayudaron, ¿por qué no voy a ayudar yo? Voy a seguir ayudando, mientras tenga salud. Si hago locro y sé que uno no lo puede pagar, le doy”.
“Es lindo que te hagan un reconocimiento, me hizo sentir muy bien”, dice Antonia. “Fue un mimo al alma. Yo no lo esperaba, fue una sorpresa para todas. Que una haya hecho cosas no quiere decir que un día aparezca esto. Una lo que hizo, lo hizo de corazón y con el alma, no espera esto, pero fue un gran mimo al corazón, al alma”, agrega Ramona, mientras Mema cuenta que “me gustó tanto, estuvieron todos, fue muy gratificante”.
Un poco con risas y un poco con orgullo, las tres cuentan los saludos que recibieron por el reconocimiento en el Concejo, y explican por qué es tan importante para ellas: “Cuando me voy de Funes me parece que me voy a otro país y estoy encerrada ahí y no me dejan salir. A mí me gusta mucho, mucho”, dice Mema. “El que toma agua de Funes no se va más, es hermoso”, apunta Ramona, y Antonia simplifica todo en muy pocas palabras: “Funes para mi es todo”.
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