Lunes, 29 de Abril 2024
Martes, 03 de Mayo del 2016

Fiesta Mundial de la Bicicleta: ¿Qué falta para un Funes bici friendly?

<p>Qué se hizo y qué falta hacer para que Funes sea una ciudad amigable con la bicicleta. Los caminos transitados y que aún faltan retomar para el proyecto de una ciudad calma.</p>

¿Es Funes una ciudad amigable con las bicicletas? Si se entiende a la bici como el medio óptimo de transporte, económico, no contaminante, que obliga a “bajar un cambio”, y se hace una lectura de las iniciativas emprendidas por el Estado municipal y sectores de la sociedad civil, Funes en teoría lo es, o pretende serlo. Ahora bien, ¿qué es lo que necesita la ciudad para tomar un compromiso serio con esta idea?

Detrás de la idea de “ciudades calmas” existe una mirada turística que se aplica en muchas ciudades, que ofrecen a la par de cada pedaleada, un “modo de vida” para el disfrute de locales y visitantes. La bicicleta es entendida así no solo por la ONG Bicicultura, que en Funes trabaja esta idea como uno de sus ejes centrales, sino por muchos ciudadanos. De hecho, la perspectiva turística es una impronta que, aparentemente, el municipio quiere reforzar en la ciudad, tal como han dicho algunos funcionarios en distintas y poco celebradas oportunidades.

Las ciudades que adhieren al concepto de “slow” o ciudades calmas, utilizan esa idea no sólo para el bienestar de sus habitantes, sino como atracción para el turista, ¿Qué mejor que desenchufarse pedaleando? Ahora bien, ¿es Funes la ciudad calma que sus carteles indican?

Varios proyectos intentan jerarquizar a la bicicleta como elemento central de movilidad. En el año 2014 se incluyó a la bicicleta en el Código de Tránsito, implicando una serie de medidas y reglamentaciones que los ciclistas deben cumplir a la hora de circular, como por ejemplo la obligación de llevar luces y cintas reflectantes. Sin embargo, estas medidas no son reguladas desde la Dirección de Tránsito, que sigue haciendo foco al control del parque automotor. 

Según Daniel González, titular de Tránsito y de la Central de Operaciones de Emergencia, “si bien las medidas están aprobadas, no se les dio una resolución en la práctica. Hay algunas medidas que se pueden implementar en el caso que el Código de Tránsito se modifique, pero continuando con la circulación de doble mano la velocidad de paso se reduce, y esto genera que Funes tenga muy pocos accidentes de tránsito en los que se involucren ciclistas, por suerte”.

Otro de los proyectos impulsados por Bicicultura es la reducción de velocidad a un máximo de 30 km por hora. Esta idea fue promovida por la ex intendenta Mónica Tomei, y el Concejo Municipal decidió consultar con la Dirección de Tránsito antes de expedirse. El proyecto sigue aun circulando como una propuesta, pero sin concretarse. Tránsito respondió el mes pasado recomendando sólo limitar la velocidad de circulación en algunas zonas de la ciudad, como las calles céntricas y algunas arterias que son utilizadas en la práctica como zonas de esparcimiento de muchos vecinos.

La idea de “sectorizar” a la ciudad, destinando algunas calles para la circulación de bicicletas (no de manera exclusiva) y otras para el tránsito de autos y colectivos, es también compartida por el Secretario de Planeamiento, Juan Vincenti: “Hay que replantear un sistema vial, jerarquizarlo”. Vincenti dijo que si bien acompaña la mirada “slow” que promueven las calles calmas, no puede ser homogénea, ni alcanzar a toda la ciudad. 

El arquitecto mencionó que “la idea es obrar de manera natural y no restrictiva”. Si se incorporan, como tienen proyectado desde el municipio, algunas ciclovías con bicisendas en las arterias que lo requieran, se fomentaría naturalmente que algunas calles sean “calmas”. Hoy en día las calles se utilizan de acuerdo al estado de cada una, el uso que cada ciudadano hace del tránsito, circulando por distintos medios, está condicionado por el estado cambiante de cada arteria. El titular de Planeamiento remarcó que es un tema que hay que resolver, y que están trabajando en proyectos que sirvan para solucionar el mal estado de las calles, que incluyan también sectores de ciclovías.

En relación a los límites de velocidad, y a la posibilidad de implementar ciclovías, uno de los referentes de Bicicultura, Luciano Calluso comentó que la idea principal es que la convivencia de bicicletas con el resto de los vehículos en la ciudad sea posible. Lo ideal es “que se mezclen, que no haya separaciones físicas”. Sólo en algunas calles céntricas más transitadas ve recomendable implementar carriles para bicicletas, y sobre todo en tramos que conecten la ciudad de norte a sur y de este a oeste, hoy es peligroso cruzar la ruta o transitar por ella en bicicleta, y es necesario si se quiere impulsar el uso de la bici como medio de transporte, agregó.

Calluso insistió en la necesidad de plantear el rol de las bicicletas en la ciudad, y jerarquizar su uso como medio alternativo de transporte. “Es un tema que hay que discutir, se busca una optimización, y es una realidad que urge ya que dentro de cinco años vamos a tener problemas serios, por lo que hay que propiciar el debate desde ahora”.

El tema de la velocidad es central insistieron desde Bicicultura y explicaron: “En piedra o en tierra el frenado de un vehículo lleva unos 10 o 15 metros a una velocidad de 40 km por hora, en cambio si se reduce a 30 km, la posibilidad de frenar se concreta en 3 o 4 metros”. Es una cuestión de seguridad, que en Funes, como en la mayoría de las ciudades chicas con calles de tierra, se torna indispensable.

Los diferentes proyectos que se presentan fomentando el uso de la bici como vehículo no contaminante, económico y saludable, confrontan así con las intenciones de regular el espacio público. Frente a estas iniciativas, en sintonía con lo que proponen y promueven las organizaciones como Bicicultura, resta entonces pensar si Funes es realmente “amigable” en su proyección de la idea de “ciudad calma”. Si se dispone y prioriza este vehículo como medio de transporte óptimo, y si se tiene en cuenta que la idea de “ciudad calma” está íntimamente relacionada con otras nociones que van más allá de la movilidad, Funes debería proyectar en su espacio público y en sus normativas, las posibilidades de llevar a cabo la idea de “bajar un cambio”. Para esto será necesario encarar un diálogo con los actores involucrados, y llevar a cabo el ordenamiento territorial que estaría faltando.