Miércoles, 25 de Septiembre 2024
Martes, 12 de Enero del 2016

Héctor Buffarini, “El Profe”

<p>Desde hace 36 años enseña Educación Física. Educó a generaciones de funenses, exigente con los ejercicios, pero siempre con un chiste. </p>

Vanesa Fresno - InfoFunes

La gran mayoría de los jóvenes y no tan jóvenes que pasaron su escolaridad en Funes o Roldán lo tuvieron como profesor de Educación Física. Exigente con los ejercicios, es verdad, pero siempre con un chiste para amenizar la clase. Es Héctor Buffarini, quien hace 36 años es docente en la ciudad.

Nacido en Roldán, pero habitante de Funes desde hace ya mucho tiempo, Héctor ya perfilaba como profesor desde la escuela: “Las clases de Educación Física me gustaban mucho desde chico. Yo vengo de una familia humilde baja, éramos ocho hermanos, mi viejo era italiano, mi vieja argentina, familia de escasos recursos. La secundaria la hice trabajando en un frigorífico enfrente del Instituto Paul Harris, y las clases de Educación Física me encantaban, tal es así que tuve que llegar a un acuerdo con el patrón para que me dejara ir. Luego volvía y seguía trabajando. Desde ahí, siempre me gustó. Nos llevaban al estadio municipal de Rosario, y ahí corría 1500 metros, hacía salto en largo. Nos elegía el profesor e íbamos a la pista de atletismo, yo corría con las zapatillas Flecha, y al costado me corrían con zapatillas de clavos, muy profesional. Cuando salí del servicio militar, me metí en el profesorado, pero siempre trabajando”. En esos tiempos, Héctor se iba a dedo hasta Baigorria, donde cursaba. Casi siempre lo llevaba un chofer bastante loco: Marcelo Bielsa, compañero suyo durante toda la carrera.

Ese profesorado que le llevó tres años, le dejó huellas imborrables: “Hice amistades muy lindas, que duran hasta el día de hoy, me adoptaron como el chico de pueblo que era. De 300 entramos 50, así que tuve que estudiar mucho para quedar, pero nos unimos mucho, éramos uno solo, participábamos en juegos todos juntos. Tuve compañeros de oro que me ayudaron a recibirme”, cuenta. 

“Me dieron un título habilitante antes de recibirme y ya con eso empecé a trabajar”, cuenta, demostrando que problemas de oferta laboral no tuvo. “En las escuelas donde empecé, sigo: empecé en el seminario de Capitán Bermúdez, luego María Auxiliadora, después en el IPH y por último entré en Nazaret, en el año 1986. Me acuerdo como si fuera ayer mi primer séptimo, en el año 82, en María Auxiliadora”, cuenta, memorioso, y enumera a varios de sus alumnos.

“No concibo la Educación Física sin proyectos fuera de la hora de clase”, dice Héctor, que impulsó programas para que los chicos aprendan a nadar, o para que vivan la experiencia de la naturaleza: “en un campamento se intenta inculcar que el chico entienda de grupos de trabajo, de limpieza del lugar, la cocina, el orden de sus pertenencias, la ropa sencilla, el valor del alimento, la austeridad en todo ese ambiente.

Que respete horarios, el levantarse temprano, el desayuno, el poco tiempo libre. La idea es usar el campamento como una enseñanza de vida, que los instruya para la vida”. Quizás, el proyecto paradigmático de lo que se refiere Héctor la subida al cerro Champaquí, que realiza desde 1986. “Íbamos en grupos de a cien, la premisa era ´ni uno menos´, hacíamos lo imposible de motivación para que todos vayan, en un proyecto actitudinal no pueden faltar chicos. Se organizaba durante el año, entrenábamos, hacíamos bailables, ventas de pollos, todo para pagarlo e involucrarnos, y siempre contábamos con un grupo de docentes que nos acompañaban, de todas las disciplinas, contábamos con el apoyo de los padres, tanto que años después se armó un grupo de padres que va todos los años”, cuenta Héctor, y agrega un apoyo especial: “Tuve la suerte de haber tenido mi señora que fue la que me condimentó los proyectos, les aportó su visión de maestra. Solo no lo hubiera podido hacer”.

Sobre la situación actual de Funes con respecto a su materia, Héctor opina que “recién ahora hay interrelación, recién este año vinieron de todos los séptimos grados del pueblo a María Auxiliadora a hacer un intercolegial de handball. Pero noto una falta de proyectos, falta la conexión municipalidad-escuela, aunque se está mejorando”. “Mi objetivo cuando me recibí era trasladar lo aprendido, que los chicos vivencien un montón de cuestiones a nivel personal que yo había vivido, y creo que lo logré”; dice el Bufa (cómo lo llamábamos en la secundaria). “La Educación Física es el cultivo del cuerpo en función de educar los valores, las actitudes, las responsabilidades. Es ver progresar a los chicos. Ese es mi eje fundamental. Tiene que ser una enseñanza de vida”, y agrega, para cerrar: “Yo soy un afortunado, porque para enseñar se tiene que amar la profesión, y yo la amo”.