Martes, 07 de Mayo 2024
Jueves, 20 de Noviembre del 2014

El carnicero que ama cantar ópera

<p>A Alejandro Díaz muchos lo conocen por su oficio de carnicero. Pero no todos saben que, detrás de las cuchillas, sierras y cortes de carne, se esconde un talentoso tenor de ópera.</p>

Foto: Vanesa Fresno-InfoFunes

Alejandro Díaz es un tipo normal. Carnicero, oficio que practica hace 30 años, trabaja mañana y tarde entre cuchillas, sierras y carnes. Pero pocos saben la otra faceta de su vida. Alejandro es, además, cantante de ópera. “No soy de hacer alarde”, dice, humilde. “Hay familiares y amigos que no saben cómo canto porque nunca me fueron a ver, y a mí, en reuniones íntimas no me gusta cantar, porque soy tímido”.

¿Cómo empezaste a cantar?
A los dieciséis, un amigo me escuchó cantar y me dijo que lo hacía muy bien. Armamos un grupo (él viene de una familia de folkloristas) y nos largamos. A partir de ahí, hice de todo, hasta tuvimos un grupo de cumbia con amigos. Salíamos a cantar, nos divertíamos, ganábamos algo de dinero pero nunca pudimos vivir de la música, era como un hobbie. Siempre fui carnicero y vivo de eso.

¿Y cómo llegaste a cantar ópera?
Luego de un tiempo sin hacer nada, hace unos años decidí tomar clases de canto con Nelson Coccalotto, un gran profesor y una gran persona. Ahí fue que él me escuchó, me dijo que tenía una voz de tenor, y me motivó a empezar a trabajar en todo esto. Después de mucho estudio y de mucha práctica, realicé algunas participaciones con la Orquesta Opera Studio, que Nelson dirige y así fue como empecé. Yo no quiero surgir de nada, igual. Lo hago como cuestión personal, quiero ver adonde puedo llegar, qué puedo hacer.

¿Y qué pudiste hacer?
Logramos muchas cosas. Por ejemplo, participé de un concurso en el cual, de cien participantes, llegamos a la final catorce y pude ganarlo, en el teatro Arteón. O cantamos para diez mil personas en una Fiesta de la Cerveza. O, en el último año, participé de una ópera que se hizo con artistas muy grosos a nivel mundial, aquí en Rosario.

¿Cómo fue la reacción de tu familia y de tus amigos?
Mi familia siempre me apoyó, mi señora es mi fan número uno. A ella le gusta mucho este género. Mis amigos siempre estuvieron, si tengo que cantar en algún lado, ellos van. A mí me pasó algo muy particular, ha venido gente que no sabe de música a decirme: "che, qué lindo que cantás", y también ha venida gente de la talla de Haydee Da Busti, que es la mejor soprano en toda América Latina, a decirme: "nene, tenés un caño en la voz, dale, trabajá", y todo eso te motiva.

¿Tenés planes para el futuro?
Por una cuestión de tiempo y trabajo hace unos meses que no estoy ensayando. La idea es retomar luego del verano, que es donde se termina todo y hay muy poca actividad.

¿Cuesta mucho ser cantante de ópera?
Se necesita muchísima preparación actoral, musical y vocal. Hay que educar el oído, estudiar música para saber en qué momento entrar. Se trabaja con ejercicios de respiración (que nosotros decimos que es nuestro apoyo) y de vocalización. Hay que preparar los músculos de la cara, de la garganta, y son ejercicios muy difíciles. Es muy difícil. No alcanza con el talento, hay que desarrollarlo. También se requiere de mucha concentración, porque, por ejemplo, te puede suceder como me sucedió a mí, que una vez me olvidé de un parte de la letra de “A mi manera”, que es el tema que más canté en mi vida.

¿Tenés algún referente?
(Carlo) Bergonzi, que fue profesor de Nelson, mi profesor. José Carrera, de los Tres Tenores, también me gusta, porque conozco su historia, es el que menos talento tenía de los tres y el que más trabajó.

¿Un lugar para cantar?
El Teatro Colón. Sería un sueño. Pero tampoco idealizo, por eso me sorprenden y disfruto más de las cosas cuando se dan. Más vale que la vida te sorprenda y no andar corriendo detrás de las nubes y vivir frustrado. Lo que sí, hay que prepararse. Cuando empecé, tenía la duda de saber qué podría haber hecho, y la prueba está. No hay límites, se puede cantar cualquier cosa

¿Un sueño?
Los cumplí todos. Cuando era chico soñaba subir a un escenario a cantar y que la gente me aplaudiera, y se me dio. Soñaba grabar algo, y se me dio. Soñaba ganar algo, y se me dio. Pero, como me dijo un amigo alguna vez: "el día que venga alguien a decirte que lo que hiciste le llegó, ese día date por satisfecho". Y eso me sucedió y es cierto. El artista debe transmitir, más allá de su talento. Debe conmover. Un artista de alma prefiere eso a la fama.