Lunes, 23 de Septiembre 2024
Miércoles, 21 de Agosto del 2013

Un ícono de la ciudad

La YPF de Ruta 9 y Cochet ya es todo un símbolo funense. En diálogo con InfoFunes su actual titular, Pablo Fenner, recuerda los comienzos, cuando Humberto Bissutti llegó de Roldán para hacerse cargo de una pequeña estación perdida en el campo. 

Una postal de la estación en 1957
Nadie podría negarle, hoy,  la categoría de ícono funense a la estación YPF de Ruta 9 y Cochet. Ubicada estratégicamente sobre la vía de comunicación con mayor flujo vehicular de la región, la histórica YPF de la familia Fenner está registrada en la memoria de cualquiera que haya visitado Funes. Como un tótem, es la cara que da la bienvenida al ingreso al centro de la ciudad. Pero no siempre fue así.

Cuando Humberto Bisutti llegó desde Roldán para hacerse cargo de una pequeña estación de servicio perdida entre los campos de las afueras de Funes, probablemente jamás pensó que ese monumento a la quietud podría, en algún momento, estar invadido por un irrefrenable movimiento de automóviles.

Recién arrancaba la década del 50. "Esto era el fin de Funes, el pueblito estaba alrededor de la estación de trenes, a diez cuadras, esto era puro campo. Lo único que tenía era que había una traza que posiblemente en algún momento fuera a ser una ruta, pero el camino principal que unía todas las localidades era Tomas de La Torre, pegado a la vía", dice Pablo Fenner, descendiente de Bisutti y actual dueño junto a sus hermanos.

Con tan poco movimiento y tan pocos autos había que rebuscarla para que la cosa ande, así que Bisutti se la rebuscaba, como había hecho siempre.  Pablo, que vivía con su familia en el centro y para quien ir a la estación era "como ir a Disney", cuenta: "Acá se vendía cualquier cosa en ese momento, mi abuelo fue siempre de meterle todos los rubros que fuera posible: cubiertas, transporte internacional, autopartes".

No hay dudas de que Bisutti ponía el lomo. Resulta difícil imaginárselo yendo a la estación de trenes a buscar vagones cargados con latas de lubricantes, bajarlas a mano, y luego subirlas al techo de su camión cisterna. "Subía todas las latas arriba del camión, las traía y las bajaba solo. Dos o tres vagones así, quedaba reventado mal", dice Fenner con una sonrisa.

En la década del 60 se comenzó a construir la Ruta 9, lo que aumentó la cantidad de vehículos que pasaban por las narices de la estación, pero tampoco fue la gran cosa. "En el año 87 mis hermanos y yo vinimos a trabajar, yo tenía 21 años. El asunto es que el movimiento era los fines de semana, la estación de servicio trabajaba si el fin de semana había sido bueno. Porque Funes era una localidad residencial donde venían los de Rosario a las casas de fin de semana. Entonces si el fin de semana era bueno, vos trabajabas, si era malo te cortabas las venas mal. Durante la semana Funes no tenía una vida propia, un comercio que fuera propio, entonces durante la semana los espinillos pasaban por la ruta, como en el viejo far west. Ni hablar de que te falle un fin de semana, entonces vos rogabas por eso", explica Fenner. 

Después, de a poco, la cosa se fue moviendo hasta que el negocio fue viento en popa, aunque -según explica Fenner- la relación con las petroleras siempre son complicadas. Fueron sucediéndose las reformas, los vaivenes de la economía, la privatización de YPF y siempre tuvieron que bailar los compases de esa música. Explica que en los últimos diez años cerraron las puertas 2.500 estaciones de servicios por problemas de rentabilidad.

"Las estaciones son puntos de seguridad, un lugar iluminado en la nada de la noche, un lugar que si vos tenés un problema vos te metés ahí y vas a tener luz y un barcito, o un tipo que va a estar atento. Y lo que pasó con el ferrocarril, que tantos pueblos se fueron apagando, también pasa con las estaciones de servicio. Hoy pasa en mucho lugares del país, que hay gente que tiene que hacer 60 km para poder comprar combustible. Entonces tenés que hacer 120 km, cuando volviste ya te quedaste con la mitad del tanque, es una locura. Y tumbar esas estaciones de servicio hace que le estas generando inconvenientes serios a un montón de personas", dice, acongojado.

Más allá de los vaivenes, la estación siempre siguió en pie, quizás -como dice Fenner- porque son una familia de estacioneros, y por eso bancan la parada cuando la cosa no viene bien. Pero lo cierto es que ahí está la YPF, siguiendo las líneas marcados por el gran abuelo, por "Cacho Fenner", un patrón a la vieja usanza, y ahora, manejada por los hermanos Fenner, que a pesar de las quejas cuentan con el orgullo de asomarse a la ventana y ver la estación que han sabido concebir.