Ambientaba eventos con flores del jardín familiar y hoy abre su propio salón frente a Don Mateo

“Salgan de su zona de confort, si caen siempre van a volver a levantarse”. Con esa frase Nube Aguilar celebró la reciente apertura del salón de eventos que inauguró hace poco en una de las zonas de mayor crecimiento en Funes. Para eso, apostó a ir por más dentro del rubro en el que se volvió referente y se animó hasta a refaccionar su propia casa para ir detrás de un sueño: “crear objetivos y estar en movimiento siempre”.

Es que lo que nació como un emprendimiento de alquiler de livings algunos años atrás, hoy se convirtió en un completo espacio de eventos: un salón con todos los detalles que la hicieron crecer cuando sólo tenía algunos puff y un puñado de flores que sacaba del jardín de amigos y familiares. Nube también tenía ingenio y ganas se crecer y se propuso también reconvertir su capital: la casa familiar que heredó como hogar, ubicada frente al barrio abierto Don Mateo sobre calle Houssay, tenía un gran potencial para concretar un proyecto ambicioso, un espacio para Nube Azul eventos.

“Hace siete años que arranqué por necesidad económica. Me largué con mobiliario para menos de 20 personas que fue lo que pude comprar y me las ingeniaba, ambientaba con flores que he hasta arrancado de la zanja, o del jardín de mi hermana... Fui de a poco, comprando algún jarrito en el Coto, sumando cosas”, cuenta Nube sobre lo que fueron los inicios de un emprendimiento que fue dando frutos a fuerza de empeño. Hoy sostiene su oferta de ambientación de eventos y también comienza a cerrar fechas para festejos en su propio espacio. 

Con entusiasmo y cierta culpa, según confiesa, por readaptar su propio hogar y el de sus hijos para ir tras un objetivo, sabe que las mejores enseñanzas se dan con hechos y ella está enseñándole a los suyos a trabajar por lo que uno sueña y creer en lo que uno hace.

Así es como tumbó paredes, refaccionó aquí y allá y puso a punto un lugar versátil en donde se pueden celebrar desde cumpleaños infantiles hasta eventos corporativos. “Por un lado da satisfacción y por otro pesa que deje de ser una casa, pero es un sueño cumplido”, cuenta la emprendedora que comenzó con pocos puff, llevándolos, cargándolos en fletes y ocupándose de cada paso ella sola, a montar con el mismo esfuerzo su propio salón.

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