Lunes, 07 de Abril 2025
Domingo, 06 de Abril del 2025

A 43 años de Malvinas: “Pensé que podría haber hecho más, cuando volví supe que hice más de lo que se podía”

Adrián Ricardo Marrone luchó en las islas a los 19 años. En 2017 volvió a, como él mismo dice, "cerrar aquella historia”.

Es sabido que la guerra de Malvinas es aún una herida abierta en toda una Nación, por la poca consideración y reconocimiento que se tuvo a quienes arriesgaron y/o dieron su vida en esa guerra acordada detrás de un escritorio, en plena Dictadura Militar, y porque en la actualidad siguen habitadas por extraños. Las Malvinas son y serán argentinas y muchos jóvenes fueron enviados en abril de 1982 a una batalla que, se sabía, se iba a perder. Adrián Ricardo Marrone (@adrianricardoluis), uno de los funenses que peleó contra los ingleses revivió con InfoFunes aquella parte de su historia y sostuvo que, al volver al mismo lugar donde combatió y vio morir a seis de sus compañeros, pudo “cerrar una parte” de su historia, una guerra que más allá de haber regresado al país “nunca terminó” en su interior. “Durante años me sentí culpable, pensando en que podría haber hecho más por defender a mis compañeros, a mi país, pero cuando en 2017 volví a un lugar del que nunca me fui, vi el puesto de zorro en el que estuve y observé todo, fue revelador, me di cuenta de que hicimos mucho más de lo que podíamos”, dijo.



Un año más tarde

Adrián cursó la secundaria en una escuela técnica por lo cual debió pedir un año de prórroga para realizar el servicio militar y por eso ingresó a las fuerzas a los 19 años. Si lo hubiera hecho a los 18 ¿podría no haber ido a las islas? No se sabe, pero él asegura que no se arrepiente de lo vivido. A los seis meses de su instrucción en la “colimba” le avisaron sus superiores que estaba “desplazado a combate”, subieron a un avión y ya en el aire les dijeron que su destino era Malvinas. Ni siquiera su familia sabía que había dejado suelo argentino. Semanas más tarde, y gracias a las cartas que pudo enviar (y que sus superiores revisaban antes de entregar para constataar que ni él ni nadie cuente detalles de la guerra) su familia supo dónde se encontraba.

“Fuimos a Malvinas el 16 de abril, el hecho ya estaba consumado, yo estaba en una compañía de ametralladoras, nos entrenaron dos semanas para eso, porque ellos ya sabían nuestro destino, nosotros no. Fuimos 30 y al llegar nos dividieron en cinco secciones, la mía estaba en Monte Longdon y entre los seis debíamos hacer una cobertura antiaérea. Pero claro, cuando llegamos vimos que las ametralladoras no eran lo suficientemente grandes, tenían balas convencionales, estábamos en inferioridad de condiciones”, detalló.

Y sobre el combate agregó: “Hubo combate desde las 21 a las 6 de la mañana, uno de los más largos de la guerra, usamos esas ametralladoras en forma personal, cara a cara contra el enemigo, a 30 metros de distancia y llegaron paracaidistas galeses, pero eran 10 de ellos contra uno de los nuestros”.

Asimismo, después de tantas noches de bombardeo, Adrián confesó: “Lo único que queríamos era que los ingleses vinieran para dar un fin a esto, el que sea. Pero era insostenible seguir ahí. Hasta la ropa no era la adecuada. Te repito: hicimos mucho más de lo que se podía hacer en esas condiciones”. “Eso si – continuó- el 14 de junio, nevaba, fue el día más triste de mi vida. No me voy a olvidar jamás el dolor, la bronca de ver cómo sacaban nuestra bandera de las islas. Hasta el día de hoy me acuerdo y se me hace un nudo el cuerpo entero”.

Volver engañados

Marrone recordó desilusionado: “Cuando volvimos nos decían que nos iban a tomar como empleados en las empresas públicas, de nivel nacional, pero eso nunca pasó. Es más, en muchas entrevistas de trabajo me negaron el ingreso por haber dicho antes que había estado combatiendo en Malvinas. Así que por años tuve que ocultarlo para poder trabajar. Nos consideraban unos loquitos, unos peligrosos, y nos cerraban las puertas”.

Hoy, jubilado luego de haberse desempeñado en el poder Judicial, Adrián lleva en su haber el título de Licenciado en Comunicación Social de la Universidad Nacional de Rosario (aunque nunca ejerció), conocimientos de ingeniería y estudió locución cuando Quique Pessoa abrió su escuela en Rosario.

“Sólo usé el beneficio del excombatiente y me pude jubilar a los 25 años de servicio, pero fue horrible tener que ocultar parte de mi historia para poder trabajar”, agregó.

Cada 2 de abril

Hasta la actualidad, cada dos de abril lo vive con un a mezcla de sentimientos, entre orgullo por haber dado todo de sí y dolor por el nulo reconocimiento que tuvieron durante la década de “desmalvinización”, entre  los 80 y 90. “Que hayamos sido negados fue horrible por donde lo mires, todos nos asociaban directamente con los militares y no fue así, de ahí muchos compañeros decidieron quitarse la vida, fue una angustia tremenda. Hoy te puedo decir con orgullo que las Malvinas son la única causa que une a los argentinos, es una cuestión portante, los chicos también se muestran interesados por saber, lo vemos cada vez que participamos de una charla. Hay un despertar del interés del tema que nos infla el corazón.

A su vez, resaltó la importancia del servicio militar que él vivió: “Más allá de las cosas horribles que tenía, las cuales no compartí ni comparto, el concepto en sí del servicio militar era inmenso, era un nivelador de culturas. Ahí iba el universitario del barrio más alto al analfabeto de la pradera chaqueña, por darte un vago ejemplo. Y mientras el chaqueo aprendía a leer y escribir y nos enseñaba cuestiones de su cultura y su vida. Hoy hasta se perdieron valores educacionales, tenemos que retomar nuestra cultura, nuestra historia. Creo que defender a la patria hoy significa desde adentro, y día a día, no dejar que nos sigan robando lo que es nuestro, nuestros derechos”. Y siguió: “Malvinas son dos islas, fue más que nada una cuestión estratégica, hoy tienen a los kelpers instaladísimos ahí porque les pagan un sueldo enorme, trabajan poco y luego, como no tienen nada más que hacer en todo el día se emborrachan en los pubs. Es para mantenerlos allí mientras Inglaterra tiene la base militar más grande del mundo, a costa de un país estafado y tantos chicos de 18 años que murieron allí. Es por ellos que también seguimos luchando por nuestro reconocimiento y honor”.


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