Titina, la de los 298 vestidos de novia

Titina López fue Catalina García hasta que comenzó a coser. La modista funense tiene hoy 87 años, más de 70 de trayectoria y cientos de vestidos en su haber. Ella fue una de las protagonistas en el cumpleaños del Museo Murray: la muestra que se inauguró con motivo de su décimo aniversario tiene un rincón de su taller de costura en donde se exhibe uno de sus vestidos de novia, y con él un retazo de la historia de la ciudad.

A los doce cosía prendas para su familia con la máquina de su abuela. Unos pocos años después el boca en boca la referenciaba como la modista más detallista y laboriosa de la zona. Cosía los ruedos a mano “porque la caída de la tela es otra cosa” y bordaba canutillos durante día y noche. Una perfeccionista que le dedicaba jornadas enteras a cada encargue.

Así fue como pasó las semanas previas  de cada esperado casamiento de 298 novias de Funes, Rosario, Santa Fe y Córdoba. También hizo vestidos de quince, de madrina y graduaciones de todo un curso. Titina trabajó toda su vida haciendo lo que le salió tan bien. La noche de la inauguración de la muestra histórica del Murray alguien preguntó ¿cuántos de los presentes usaron prendas de Titina?, una decena de manos se levantaron.

“Fue tan lindo lo que hicieron en el museo, me sentí tan feliz, porque fue un reconocimiento en vida. Yo no creo haber hecho algo tan importante, pero trabajé con tanto cariño tantos años, y que la gente se acuerde me hizo sentir muy bien”, explicó emocionada.

Mueve sus manos de abuela cuando habla, y todavía le queda la huella de haber sostenido durante décadas una aguja entre sus dedos. Habla y gesticula con pequeños movimientos, y sonríe. “La señora más dulce de Funes” le dicen algunos y los que la escuchan lo corroboran. “No te olvides de escribir lo mucho que yo quiero a esta ciudad”, remarca pero no hace falta. Titina cuenta anécdotas de la gente del pueblo, de su infancia, de sus vecinos y recuerda cada una de las prendas que le hizo a la hija de tal o la madre de cual.

Si bien su tía enseñaba corte y confección, Titina comenzó a coser cuando era chica “a su manera”, aclara. En los negocios se acostumbraba a envolver las cosas con diarios y revistas, y ella cuando aún era conocida como Catalina recorría cada comercio pidiendo las hojas es las que hubiera algún molde para copiar o “alguna idea para algún modelito”.

A Catalina le gustó siempre pintar, pero no encontraba tiempo entre puntada así que se dedicó a hacer vestidos para sus clientas y tapices para ella. “No pasaba una noche en que antes de dormir no hiciera alguno, para hacer algo para mí también”, contó en una charla con InfoFunes señalando las paredes de su casa de las que cuelgan sus tapices enmarcados. La modista más querida de la ciudad colgó los hilos y ya de grande comenzó a tomar clases de pintura. “Mi abuelo me enseñó mucho, y me alentó con el arte que es lo que siempre me gustó”, con su mamá y sus abuelos se instaló en Funes cuando tenía seis años, y acá se quedó.

Dice que le hubiera gustado estudiar, como su abuelo que era maestro y que conocía “todas las palabras del diccionario”. De él heredó el gusto por la literatura, la voluntad y los valores, enumera. “Nada impedía que yo entregue un trabajo, ni en los días más tristes de mi vida dejé de trabajar”, recuerda por ejemplo una noche en que vistió a una novia horas después del entierro de su madre.

También recuerda la discreción con la que cosía los vestidos y las historias de las que los portaban: “Yo pasaba las semanas previas al casamiento con cada novia y con cada familia. Las veía llorar de alegría y a alguna de tristeza, sabía quién tenía algún apuro también”. La modista fue una de las protagonistas principales de la celebración de la historia de Funes, y es que ella fue parte de la historia de la mayoría de las familias de la ciudad.

Powered by Froala Editor

Powered by Froala Editor

Powered by Froala Editor