Sonido funense: El mundo agradable de Palmo
<p>Es guitarrista y muy, muy talentoso. Vive en la ciudad desde hace 17 años y compartió escenario con grandes músicos del rock nacional, como Lebón y Pappo. <br /> </p>
Talentos musicales hay en todos lados, destacados a nivel nacional e internacional sólo en algunos rincones. Por nuestras calles pasea uno de los músicos más destacados y requeridos por su destreza con la guitarra eléctrica, Palmo Addario. El guitarrista compartió escenario con grandes músicos del rock nacional, y compartió también, unos mates con InfoFunes.
Palmo vive hace 17 años en Funes, los últimos en una casa pegada al Museo Cochet, donde nos recibió en la planta alta, en su estudio de grabación. El piso todavía conserva restos de pintura de lo que alguna vez fue el atelier del pintor Gustavo Cochet, hoy ese piso está cubierto de alfombras que ayudan a acustizar su estudio de grabación: Palmo Records. El mismo rincón que alojó pinturas y escritos, ahora cobija sonidos y canciones de otro artista reconocido. Pronto a mudarse en una nueva sala de 60 metros cuadrados, el estudio actual de Palmo nos recibe repleto de instrumentos: teclados, guitarras, banjos y consolas de sonido fabricadas por el mismo Addario.
Palmo es actualmente, y desde hace años, el guitarrista de Coti Sorokin, músico rosarino que reparte su tiempo y presentaciones a un lado y otro del Atlántico. Addario fue también la primera guitarra y arreglador de Diego Torres, fue convocado en el 2004 por la producción del cantante para la grabación del MTV Unplugged, disco multi premiado con premios Carlos Gardel y un Grammy Latino. Desde ahí pasó años de gira con la banda, con la que recorrió decenas de lugares y llenaron veintenas de estadios. Antes de eso Palmo lució su guitarra con Claudia Puyó y previamente fue el guitarrista de David Lebón, con el que grabó discos y produjo “Yo lo soñé” en el año 2002, disco que contó con la participación de Charly García y Ricardo Mollo.
Su ascendente carrera musical comenzó en los 90´, cuando aterrizó en la ciudad de Carlos Paz donde hacía presentaciones con una banda de covers que se hizo conocida en “El Galpón”, un bar cultural por donde la noche del rock nacional pasaba antes de la hora de los boliches. Las presentaciones de Taxi Blues donde Addario tocaba se hicieron conocidas gracias al boca en boca, y una noche el Galpón contó con la presencia de Lebón entre sus espectadores. Palmo estaba a medio metro de David cuando lo divisó, no pudo más que estremecerse y ofrecerle su guitarra cuando la banda comenzaba a tocar un tema de Serú Giran: Mundo Agradable.
Y el mundo fue agradable para Addario desde ese gesto, que Lebón valoró y devolvió con gentileza: “Tocás bien eh”, dijo David cuando le devolvió la guitarra, y lo invitó a verlo a la noche siguiente en donde el ex integrante de Serú tocaba, a pocas cuadras de ese Galpón. Palmo fue en medio de sus presentaciones, se acercó a David, y fue el mismo Lebón el que le ofreció su propia guitarra para invitarlo a acompañarlos al escenario. Fue una devolución de guiños que marcó el inicio de lo que fue su relación fraternal. Desde ahí en adelante fueron muchos los escenarios que compartieron, ya siendo parte de un mismo proyecto. También compartieron viajes, giras, cientos de anécdotas, y hasta vivienda. Palmo Addario volvió a tocar con Lebón años después cuando lo invitó a vivir con él en Chacras de Coria, en las afueras de Mendoza, donde David tenía una sala de ensayos con vista a la cordillera, y donde ensayaba mirando los picos nevados de los Andes. En el medio, cientos de anécdotas, en las que los protagonistas son además de Palmo y David, el entrañable e inolvidable Pappo Napolitano. Juntos pasaban jornadas enteras en Carlos Paz, donde compartieron escenarios, noches de música y comidas a deshoras. Palmo no ahorra histrionismo a la hora de contar historias, cuando cuenta lo que fue esa época deja el mate a un costado, se para, gesticula y relata sonriente las historias de aquellos grandes con los que compartió música y amistad. Los ojos le brillan como la sonrisa.
Luego de esa experiencia con “grandes músicos y personas generosas”, a Palmo le resultó indispensable contactarse desde otro lugar con los espacios en los que trabajó: lo que vino después fue grandioso pero muy distinto, trabajar para grandes compañías “Cuesta un montón” dice Palmo y agrega: “No porque no te adaptes, sino porque uno se acostumbra a establecer vínculos con conexión humana”, y la vida del músico en algunas empresas musicales no es tan así, reflexiona.
Mientras fue parte de los músicos de Lebón, Palmo fue tratado como un artista en todo aspecto, Palmo cuenta que cada vez que necesitaba volver a Rosario para acompañar a su pareja David inmediatamente le gestionaba un vuelo, porque “la familia es lo que importa” le decía, así como le recomendaba a Charly García aceptar las sugerencias de Addario mientras estaba a cargo de la producción del disco que grabaron en el 2002: “Hacele caso, es un gran músico y un hermano”, se refería a Palmo así para mediar en las indicaciones que Palmo hacía a la hora de grabar las voces a dúo de Charly y David.
A sus músicos los trataba como merecían, prueba de eso fueron los instrumentos que compraba porque: “Necesitas otra guitarra”, así le dijo Lebón cuando le regaló la Fender Steve Ray Vaughan que personalmente acompañó a elegir y probar.
Antes, durante y después
Las cuerdas son la pasión del técnico en electrónica que supo combinar sus conocimientos a uno y otro lado del instrumento para destacarse en lo que hace y ser así uno de los músicos más solicitados, tanto arriba de los escenarios, como detrás de las consolas de su estudio de grabación, donde arregló y dirigió las grabaciones de los discos de bandas como Vudú, Cielo Razzo, Chicos Vaca, Los Vándalos y Cristian Amado.
Palmo llegó a la música por dos lados: a los 8 años comenzó a tocar la guitarra criolla en “La Peña de los Chicos”, donde tomaba clases de guitarra, bombo y canto. Su mamá era concertista, tocaba y daba clases de piano en su casa y fue quien lo incentivó en el mundo de la música en su niñez. Pero al comienzo de su adolescencia Palmo se alejó de la música, empezó la secundaria en una escuela que le quedaba en la otra punta de su Rosario natal, a la que se había anotado porque quería ser técnico en electrónica. Por unos años dejó las guitarras y se metió de lleno con los enchufes: sin embargo no se alejó del sonido, construía amplificadores que lo terminaron acercando una vez más a la música y a las cuerdas.
A sus quince años un vecino heavy metal descubrió esos amplificadores que fabricaba y nació un intercambio cultural y musical. Ahí Palmo comenzó a tomar clases de guitarra eléctrica, se acercó a la música nuevamente pero desde el estudio del audioperceptiva, Raúl Di Fini fue su profesor y quien le presentó a sus mayores influencias en la viola, exponentes del jazz, el blues y el rock: Larry Carlton, Gary Moore y Jeff Beck.
Fue así como pagaba clases de guitarra construyendo pedaleras, y practicaba todo el día y toda la noche con su guitarra eléctrica. Era un nuevo sonido, distinto al que sonaba en su casa de música clásica, cuenta Addario que: “El sonido de la época dejaba de ser acústico y pasaba a ser eléctrico”. Ese sonido fusionaba su gusto por lo que pasa en el medio de un instrumento y el oído de quien lo escucha: había cables, enchufes y circuitos eléctricos que Palmo entendía y por eso mismo podía comenzar a hacer lo que hoy en día hace: “Armar artesanalmente los sonidos”.
Ese antes condicionó el durante de su adolescencia, que culminó cuando decidió salir a tocar como el adulto que comenzaba a ser, a sus 19 años tuvo su primera gira por Córdoba, provincia en la que se quedó, y en la que conoció a quien fuera su mentor musical, y el puntapié a acompañar con su guitarra a grandes artistas. Así como fabrica sonidos, Palmo fue armando y fabricando una carrera musical con un amplio recorrido, que incluyó compartir escenarios con los grandes de la música nacional, y ofertas de trabajo en el extranjero. Hasta se dio el lujo de “armar” sonidos para Disney Pixar, para quien grabó los banjos de la música de los juegos de la película Cars. Addario sigue tocando, grabando, mezclando y “fabricando sonidos”, su teléfono suena con llamados de todos lados, y los pedidos que recibe son para trabajos a un lado y a otro del amplificador, sosteniendo una guitarra o produciendo discos. Palmo sabe combinar y complementar varios roles musicales, esos que lo convierten en un gran artista.
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