Miércoles, 15 de Mayo 2024
Martes, 28 de Junio del 2016

Sentido de pertenencia

<p>InfoFunes reunió a las ex jugadoras del único equipo de básquet femenino que tuvo la ciudad. “Éramos muy compañeras", rescatan en una charla entrañable.</p>

“Un día volvíamos de jugar un partido en zona sur y veníamos en la chata, muertas de frío. En una esquina había un diarero. Y salta esta loca y le dice ´¡diarero! ¿tenés La Razón?´, y el pobre diarero le dice ´¡sí!´, y esta le contesta ´y si tenés la razón, ¿para qué vamos a pelear?´. Don Víctor voló, nunca en su vida apretó el acelerador así”. Dicen que para muestra basta un botón, y en este caso es así. La charla con algunas de las ex jugadoras del único equipo de básquet femenino que tuvo la ciudad fue así. Casi como abrir un baúl de anécdotas y reírse toda una tarde.

En la mesa están, por orden: Cristina Scampoli, Irma Pozzi, Mari Falcone, Noemí González, Alicia Gasparini y Adriana Luna, ex jugadoras, Alcira Luna, ex presidenta de la subcomisión de básquet femenino del Club Funes, Norberto Martinelli, el técnico, y su hija María de los Ángeles. A veces hablan todos juntos, a veces Norberto se para y les desafía la memoria con alguna pregunta, a veces se quedan en silencio recordando ese equipo y los demás nombres de las jugadoras, colaboradores o simples acompañantes, que salen a borbotones: “Susana Garín (la gran capitana), Mónica Meneguzzi (que ahora le está enseñando básquet al Papa Francisco), Susana Naveros, Griselda Sconochini, Nora Ginghini, Olga Massa, Adrianita Olmedo, Graciela e Isabel Zuliani, Alcides Martinelli y Oscar Cavagnaro eran planilleros, Fernando Martinelli. La primera presidente de la subcomisión fue María Rosa Artale, después vino Alcira. El chofer del colectivo que era mi tío Alberto, que nos cobraba el 50% del viaje. Los papás de Olga Massa, el Dr. Faust, Mema Otato, Adela Ávila, y muchos más”, recuerda el equipo.

“El básquet del club empezó de la mano de la familia Medrano. Cachi Medrano, la mamá, y el papá, el tío Chinono o el viejo Medrano, como le decíamos nosotros, alrededor del año 1971”, recuerda Norberto. “Se conocía de boca en boca, conversábamos entre nosotros, no éramos tantos y nos conocíamos todos. No había tantos lugares de reunión en el pueblo como hay ahora, el club era el centro”, aportan las chicas. “Elena Medrano me vio volviendo de gimnasia en Nazaret, me vio alta y me invitó a jugar al básquet. Yo le dije que sí, pero no tenía ni idea de cómo jugar al básquet, tanto que el primer partido metí un doble en contra. Así empecé. Nunca nadie me había explicado nada, no había visto nada”, apunta Irma Pozzi.

Martinelli lidera la charla, parte por seguir siendo el técnico y parte por tener una memoria prodigiosa: “El primer técnico fue Cacho Medrano, pero luego se retiró de la institución, se fue a Unión Americana. Hablando con la familia Medrano me pidieron que colaborara. Yo era jugador de básquet en Rosario, pero me había casado y había venido a Funes. Días antes se lo había hablado a Misuracca, que llegó tarde a la primera reunión y por eso quedé yo”, rememora. “Norberto se ponía nervioso. Siempre quería ganar y se calentaba. Era como el Chacho Coudet ahora. Nosotras no pensábamos ´este está re loco´, era así, lo aceptábamos y queríamos así”, agregan sus dirigidas.

“La mayoría no conocía las reglas. Empezamos a jugar acá, aprendiendo, y después nos asociaron a la segunda división de la Asociación Rosarina de Básquet y empezamos a jugar contra equipos de Rosario. Don Medrano ponía el auto, Artale ponía la chata e íbamos todas atrás, íbamos como quince arriba de la chata. Después de los partidos nos juntábamos en las mesas de los clubes donde jugábamos y tomábamos alguna cerveza, había que entonarse para volver en la chata, hacía un frío ahí arriba”, cuentan risueñas las jugadoras, y agregan que “cada viaje era un viaje de egresados, nos matábamos de risa, le dejábamos el techo de la chata abollado de tanto pegarle”.

Si bien las risas y los chistes estaban a la orden del día, las prácticas también: “Estábamos mucho en las prácticas, la gente grande que jugaba al billar se quejaba de que nosotros jugábamos atrás y hacíamos ruido, nos reíamos, gritábamos”, rememora Mari Falcone. “Hacíamos el primer entrenamiento a la tardecita, pero con posterioridad a eso venían las veteranas, chicas más grandes que venían a adelgazar practicando básquet: la flaca Pillacampo, Liliana Ginghini. Formábamos cuatro equipos de cinco con los suplentes. Llegamos a juntar cincuenta personas practicando básquet”, aporta Martinelli.

“Era todo a pulmón, trabajábamos para conseguir todo. Nos uníamos a los demás clubes para organizar los bailes de carnaval, y la flaca González arriaba a las demás chicas y las llevaba a cada club. Rifas, bailes, venta de choripanes, organizamos hasta algún torneo de papi fútbol. También colaboraba con nosotros Santiago Pupetti o Domínguez, que fueron presidentes del club y nos ayudaron mucho”. Roque Núñez anunciando los partidos, José Rodríguez en los bailes de carnaval, Santiago Pupetti y Domínguez desde la presidencia del club Funes, son solo algunos de los nombres de todos los que ayudaron a este equipo a comprar desde pelotas y camisetas, a pagar los viajes o una baranda para la cancha.

“Para nosotros era un orgullo, éramos las jugadoras. Es un sentido de pertenencia, un protagonismo que no lo tienen todos, se sentía muy especial”, explican las chicas. “Me daba una sensación de seguridad estar en el club, estaba en casa”, aporta Adriana. “Éramos muy compañeras, éramos un equipo que ninguna se fijaba en las zapatillas de la otra, no existía esa competencia. Nos divertíamos muchísimo, la íbamos a pasar bien antes que a competir”, comenta Mari. “Éramos una gran familia, y Alcira era la mamá de todos”, coinciden todas, mientras Alcira asiente con sus ojos parsimoniosos, emocionados.