Jueves, 16 de Mayo 2024
Martes, 28 de Junio del 2016

Las Malvinas, bajo la mirada del funense Agustín

<p>Agustín Criscenti es un joven de 26 años que no se conformó con lo que le contaron en relatos y decidió ver con sus propios ojos un lugar tan conocido como extraño, tan propio como ajeno.</p>

Para cualquier argentino viajar a Malvinas es como volver. Volver en la historia, en el tiempo, volver para adentrarse en una herida que nunca termina de cerrar, para sentir, para buscar entender. Algunos lugares tienen ese efecto, nos duelen pero nos llaman, nos hacen sentir como extranjeros en casa o como en casa en el extranjero.  

Agustín Criscenti es un joven funense de 26 años que no se conformó con lo que le contaron en relatos y decidió ver con sus propios ojos un lugar tan conocido como extraño, tan propio como ajeno: las Islas Malvinas. Acompañado de 13 personas, entre ellas 3 excombatientes, emprendió un viaje al lugar donde aconteció uno de los sucesos más latentes de nuestra historia.

“La idea de viajar a Malvinas la  tengo desde chico, si bien no soy hijo de un excombatiente tengo un vecino acá en Funes que es veterano de guerra y eso hizo que me interese el tema, me fui comprando libros, aprendiendo y me vi cautivado por la historia cada día más”, contó Agustín en diálogo con InfoFunes.

Todo surgió en enero, cuando a través de un grupo de Facebook, gente de diferentes puntos del país manifestó interés por conocer el lugar. “Hay un grupo de Facebook llamado “Malvinas en el corazón de los argentinos”, allí propusieron el viaje algunas personas que ya lo habían hecho y tenían experiencia, lo que nos brindó la posibilidad a los interesados de abaratar costos y simplificar la organización”, explicó Agustín y agregó: “Nos fuimos sumando sin conocernos, cada uno compró su pasaje, yo fui el único de Funes que viajó en el grupo de 14, además tuvimos el gusto de que vengan 3 ex combatientes y un muchacho que sabe muchísimo y funcionó como una guía e hizo que el viaje sea más completo”.

La aventura  comenzó el 14 de mayo y duró 7 días debido a la escasa frecuencia de vuelos para viajar a las islas: los aviones de Lan Chile salen de Río Gallegos el segundo sábado de cada mes y vuelven el tercero, siendo la única posibilidad para volar a Malvinas desde territorio argentino. “Los requisitos para viajar son pasaporte al día y seguro médico por 200 dólares, nos guste o no, estamos ingresando a suelo británico y hay que hacer migraciones tal como si uno fuera a Europa”, explicó el joven.

Es que después de la guerra el lugar se ha convertido en lo que parece ser un pequeño pueblo de fachada inglesa con una base militar digna del primer mundo, donde no sólo se habla el idioma de la Reina Isabel sino que también los autos se manejan del lado derecho.  “El trato que recibimos por parte de los isleños fue cortante y generalmente malo, no nos quieren, cuando pasaban con un vehículo al lado nuestro aceleraban en demostración de desprecio”, lamentó Agustín y dijo: “En Malvinas hay muchos habitantes chilenos que son los que peor nos trataron, pero no me gusta generalizar, la gente del hostel nos trató siempre excelente”.

Entre los principales puntos de interés para los argentinos, que viajan allí a vivir en carne propia la historia del lugar, se encuentra la visita al cementerio de Darwin. “Es el lugar más emocionante de todo el viaje porque están las tumbas de los soldados argentinos, fue muy duro ver a los veteranos visitar a sus compañeros muertos en la guerra, el cementerio es una visita obligada, nosotros llevamos un equipo de audio y pusimos el himno desplegando banderas argentinas, si bien  no nos dejan exhibir nuestra bandera en la isla, lo hicimos igual, ese lugar es muy nuestro”, explicó el viajero e invitó a mirar el video de aquél momento en YouTube.

Además del cementerio de Darwin, Agustín describe como muy movilizante haber podido visitar las posiciones argentinas en la guerra. “Hubo varias batallas en diferentes montes, recorrimos cada uno de ellos, allí encontramos no solamente ropa, objetos personales sino también balas, restos de radios y hasta partes de helicópteros”, dijo y explicó: “Si bien están tratando de limpiar todo, si uno recorre encuentra cosas todavía, hasta me traje un peine y una zapatilla, está la historia viva ahí en la isla”.

La vida de los kelpers, como se conoce a los nativos, transcurre como en una pequeña aldea según describe Agustín. La mayor parte de la población vive en la capital, Puerto Argentino/ Stanley, y lleva adelante su vida en pequeñas casas de fachada británica adaptadas a las duras condiciones climáticas que golpean el lugar a diario. “Ellos se dedican al ganado ovino, también la pesca tiene mucha explotación y algunos se dedican al turismo, Malvinas tiene una población muy longeva debido a la inexistencia de educación pre universitaria, lo que hace que los jóvenes migren a Inglaterra a una temprana edad”, explicó Criscenti.

Otra gran parte de la población está radicada en la base militar donde se emplaza el aeropuerto también militar, sus habitantes no conviven con la población civil. La base llegó a tener 9000 soldados después de la guerra y hoy tiene 2000 ya que “Argentina ya no es una amenaza como antes”, dijo el joven. “Ahí mismo aterrizamos, está prohibido sacar fotos, el control es muy estricto, con escáners militares y rayos que jamás vi, se sabe que los argentinos siempre se quieren traer un recuerdo de la guerra, nosotros no fuimos la excepción pero ellos no quieren que eso pase y controlan muchísimo”.

Para efectuar el viaje se necesita en promedio 30000 pesos argentinos, contó Agustín que contrató todo por su cuenta, aunque dijo que por agencia, es un viaje que no baja de los 5000 dólares por persona, sin contar algunas necesidades básicas como la ropa para sobrellevar las temperaturas.  “El clima es duro de verdad, lo que pasaron los soldados fue tremendo, todos hablan de la turba,  es un tipo de suelo en el que uno va caminando y se siente como una esponja, uno se va enterrando y brota agua, la caminata es muy pesada y sin el calzado apropiado se mojan los pies, y con las temperaturas que hace más el viento uno se puede enfermar o lastimar”, relató el funense.

Emocionado y entusiasta a la vez, el joven cree que las islas son un lugar al que todo argentino debería viajar alguna vez. “Le recomiendo el viaje a todos, creo que lo tenemos que hacer, me di cuenta cuando volví y gente de todas las edades me empezó a preguntar cosas y mostrar interés, quiere decir que a todos nos toca un poco esta historia”, comentó y concluyó: “Estamos a 34 años de la guerra, yo creo que esto va a tomar mayor relevancia cuando pase el tiempo y se vuelva un lugar más histórico y patrio, a medida que pasen los años se va a valorar más a los veteranos de guerra y cada vez más argentinos vamos a viajar”.