Viernes, 17 de Mayo 2024
Lunes, 11 de Marzo del 2013

“Perdimos casi todo”

Adriana vivía en la zona del Profesional Country y vivió en carne propia las devastadoras consecuencias de la inundación del 19 de diciembre. Tras los daños, con su familia decidió rescindir el contrato de alquiler, vivió unos meses fuera de la ciudad y ahora regresó, buscando reconstruir su historia.


Cuando iban a ser las seis de la tarde del 19 de diciembre pasado la luz se cortó en la zona del Profesional Country. Podría ser uno más de los típicos cortes de verano, pero no. Llovía con fuerza y la seguidilla de días similares traían a los vecinos los recuerdos de octubre con el agua entrando en las casas.

"Yo estaba sola esperando que llegue mi marido y empecé a levantar algunas cosas, pero no mucho porque estaba con los chicos. No había luz, no había tele. Un poco levantaba disimuladamente, para que no se asusten. Había agua en el patio. A las ocho llegó mi marido", cuenta Adriana, una inquilina de la zona.

En seguida sacaron los autos de la casa y los llevaron hasta el Autoservicio Messina, que en octubre había quedado a salvo del agua. Después, Adriana se calzó las botas y, en la oscuridad absoluta de esa noche que recién arrancaba, caminó unas cuadras para ver cómo venía la mano por el canal Salvat. Allí, una máquina trataba de desobstruirlo mientras algunos vecinos ayudaban desde adentro. Nadie sabía bien por donde pisaba.

"Rajemos que se viene con todo", fue lo que le dijo Adriana a su esposo, recién vuelta de la recorrida. "Nosotros estábamos esperando que el agua entre por adelante como en la primera inundación. En un momento me doy vuelta y veo que está entrando el agua por atrás. Así que agarramos los chicos, cargamos los bolsos, y salimos por Avenida América", recuerda.

Iban rumbo al barrio de Arroyito, en Rosario, a la casa de su suegra. Pero unas cuadras antes de Donado el agua no permitía avanzar; ya eran las diez. "Subimos los autos a una vereda y los dejamos ahí. Había autos que flotaban, pasaba el container de basura flotando dado vuelta. A todo esto los chicos no habían comido nada", recuerda con la desesperación de aquellas horas.

Alrededor de las doce, un amigo del marido de Adriana que vive por la zona, llegó a rescatarlos. Dejaron los autos donde estaban, y atravesando la lluvia, el frío y el agua helada se repartieron los tres chicos y los bolsos. Por la zona, se respiraba un clima de catástrofe, filas de autos varados, gente durmiendo en los estacionamientos de los supermercados o refugiándose bajo las estaciones de servicios.

Esa noche la pasaron en la casa del amigo. Recién a las tres de la tarde del día siguiente pudieron rescatar los autos. A las seis fueron a ver cómo estaban las cosas por Funes. "Todavía había agua. El agua era podridísima. Había caca flotando, ranas, víboras. Se escuchaba el ruido de las ollas que golpeaban entre sí. Un olor nauseabundo".

"Perdimos casi todo. Habremos tirados veinte bolsas de consorcio, de ropa, de zapatillas, cuadernos de las nenas. Los muebles, los colchones no sirven más porque están todos podridos", dice.

"Hubo mucha gente que perdió todo", dice. Por eso, los vecinos se organizaron y constituyeron el grupo Vecinos Inundados Autoconvocados Funes (ver en Facebook). Desde donde reclaman por la realización de las obras necesarias para evitar futuras catástrofes.

En cuanto a Adriana, no renovó el contrato de la casa inundada, demasiados fantasmas la rondan. Vivió en una localidad vecina hasta que pudo conseguir una nueva casa en alquiler a un precio razonable. "Me han pedido cualquier locura", dice. Ahora, espera poder resolver el trauma de su hija mayor, que cada vez que llueve llora.


NdeR: Adriana en realidad no se llama Adriana. Adriana es simplemente un nombre de fantasía, porque esta vecina no quiere dar su nombre a conocer. De la misma forma en que tampoco quiere develar la dirección de la casa que se llenó de agua; ya que está nuevamente en alquiler y no quiere tener problemas con sus dueños.