Martes, 16 de Abril 2024
Viernes, 24 de Noviembre del 2017

La pelota lo puede todo: Quedó en silla de ruedas y ahora es profe de fútbol

<p>Jonathan Schneider es uno de los entrenadores de Atletas de Cristo, hace siete años sufrió una accidente que lo alejó del fútbol. Sin embargo, su empuje lo llevó nuevamente a las canchas, donde aporta garra y docencia.</p>

Vanesa Fresno - InfoFunes

 

Jonny está en la puerta de su casa, acompañado de su esposa. Aprovecha las últimas horas del día afuera, lo que en algunos pueblos se dice “tomar el fresco”. Él lo hace mirando atentamente el partido que se juega en la canchita de enfrente, entre todos los muchachos del barrio. “Cuando juegan por plata es más divertido, se dan unos roscazos bárbaros”, dice. Disfruta mucho del fútbol, de hecho, es técnico de dos categorías en el club Atletas de Cristo de Funes, pero con un detalle especial: hace seis años que se moviliza con silla de ruedas, lo que transforma a su historia en un ejemplo de fútbol. La pelota lo puede todo.

 

“Iba a trabajar como todos los días, en una empresa de construcción. Nos trasladábamos en un camión de Roldán a Rosario, por autopista. En la bajada de Pellegrini se cortaron los frenos, el camión chocó con un colectivo y la poca carga me aplastó contra una de las paredes del camión. Se me rompió la columna, y la médula se llegó a aplastar. Y así fue. Los médicos me dijeron que no voy a poder volver a caminar, pero uno no deja de soñar”, abre la charla Jonathan Schneider, de 25 años, mientras un petiso rápido la mata de un toque pero fracasa en la gambeta al arquero. Mientras habla, Jonny no le saca los ojos al partido.

 

Cuando se accidentó, tenía 18 años y un hijo por en camino. Y también jugaba mucho al fútbol. “Me paraba de 9, era instintivo, conocía el arco de memoria”. De más chico había jugado en clubes, pero la pelota había tenido que dejarle lugar al trabajo. Poco tiempo después, unos frenos fallados lo dejaban sin posibilidad de jugar al fútbol, pero también ponía primera el entrenador. “Cuando tuve el accidente me sentaba acá a mirar los partidos y me volvía loco, quería correr atrás de la pelota. Mi cuñadito iba a 7mo grado, se juntaba con compañeritos a jugar partiditos y yo iba a verlos. Un día vi que jugaban más o menos bien, pero les dije `pero ustedes se paran mal, parense así`, y empezaron a ganar, y empezaron a tener de hijos a todos. Llegó un momento en que los otros decían `si el Johny va, no jugamos`”. El as bajo la manga del equipo estaba en el banco y no era necesario que entre para dar vuelta un partido.

 

Un flaquito con la camiseta del Real Madrid, más joven que el resto, encara por la izquierda. Llegando al arco, escucha el inconfundible grito del compañero que entra solo por el segundo palo, pero decide pegarle al arco. Bajo y desviado. Vuelve con la cabeza gacha, escondiéndose de algunos insultos. Y Jonny observa, mientras relata cómo llegó al club que hoy lo cobija. “El año pasado empezó Atletas con las categorías inferiores, estaban buscando profesores, y mi cuñado me anotó sin que yo sepa. Me llamaron a una reunión y les dije que no tenía nada que ver, pero me dijeron que estaba de profesor. Empecé a dirigir la 2003, agarré después la 2001, y como había muchos chicos armamos la reserva con la 2001, así que el año pasado dirigí tres categorías. Este año no fue tanto, pero empecé con los más chiquitos por mi hijo, para dirigirlo a él, y seguí con la 2001”. En poco tiempo, Jonny se transformó en el profe.

 

“Los chicos lo ven como algo novedoso, y me tratan como un juguete, me tienen de acá para allá, siempre estoy rodeado de chicos de todas las edades”, cuenta el técnico, con una sonrisa incontenible. “Al principio la gente se sorprendía muchísimo. Los árbitros me tenían que pedir que me quede quieto, o que no grite tanto, porque soy muy pasional. Se mataban de risa, ¡me pedían que me quede quieto justo a mi!”, se ríe Jonny, quien también reconoce a Atletas de Cristo. “Al principio al club le debe haber costado mucho, no es fácil que una persona como yo dirija, pero tuvieron fe, me apoyaron y se los pude retribuir”.

 

El fútbol también funciona como terapia de Jonny: “Es complicado ser yo y a la vez estar quieto. No puedo, así que trato de mantenerme haciendo algo para que la salud mental esté bien, y para eso el fútbol ayuda. Miro mucho, me gusta aprender. La mayoría de las cosas las aprendí mirando videos y con consejos de gente que sabe, hay que saber escuchar”. Es hincha de Boca, y dice que le gusta Bianchi porque “es inteligente”. “Voy a seguir dirigiendo, me gusta. Me gusta renegar”, finaliza el dt, mientras el flaquito del Real Madrid, esta vez, decide desbordar, llegar al fondo y tirar el centro atrás. Un cuarentón con camiseta de Velez estira la pierna y con la punta del botín derecho conecta la pelota. Gol. 1 a 0. Jonny aplaude.