Viernes, 29 de Marzo 2024
Lunes, 21 de Marzo del 2016

Un espacio para crear y recrearse

<p>Marlene volvió a la Argentina tras vivir 25 años en Alemania. Y ancló en Funes, donde  puso en marcha el Proyecto 2132 ¿De qué se trata?</p>

Vanesa Fresno - InfoFunes

Allá lejos y hace tiempo, en las páginas de este diario, contamos que esa pequeña casa ubicada en Pedro A Ríos y Pellegrini, fue la casa natal de la Comuna funense, aportada por el primer juez de paz del entonces pueblo, el propio Pedro A Ríos. Hoy esa casa alberga otro proyecto en vías de desarrollo, tal como lo fue el gobierno de Funes en ese entonces, y en cuyo nombre se puede ver la idiosincrasia del pueblo. Marlene Pohle, caricaturista, es una de las principales patas del Proyecto 2132, que ella misma explicó a InfoFunes.

 

Pero primero, hablemos de Marlene: la caricaturista llegó a Funes hace apenas un año. ¿Por qué? “Viví 25 años en Alemania. Estaba haciendo ilustraciones para libros de lengua extranjeras, hice unos contactos y logré un contrato allá. En ese momento estaba muy de moda en los libros de enseñanza de idiomas agregarles ilustraciones tipo dibujo de humor, no fotografía. Entré ahí, me fui a Alemania y estuve 23 años ahí. Fui haciendo contactos poco a poco con colegas y dibujantes de allá, participé de muchos festivales de humor y terminé siendo vicepresidenta de una Federación Internacional de Dibujantes de Humor. Mediante eso intenté hacer un puente entre América Latina y el resto del mundo, y hemos logrado que se una gran parte de dibujantes de Latinoamérica. Decidí volverme porque el trabajo ya no andaba tan bien, me vine acá por cuestiones de familia, mi hija vive en Funes, pero sigo con relación con gente de allá, muchas veces me invitan para ser jurado de concursos de humor, en dos meses me voy a Dinamarca. Sigo en contacto con Europa”. Lo que se dice una eminencia en su tema.

 

Volvamos al Proyecto 2132. “Es un proyecto que hemos estado elaborando hace un tiempo atrás con mi hija Diana Bracamonte, que vive en Funes y es arquitecta”, cuenta Marlene. “Diana además de ser arquitecta toma clases de pintura con Sebastian Pinciroli, un pintor muy reconocido de Rosario que tiene muchos alumnos que viven acá, que son de la zona. Así que charlando entre nosotros tres surgió armar algo, principalmente por parte de Diana, que fue la de la idea, y así nació el taller. Diana dio con Juan (Vincenti, el secretario de Planeamiento) el dueño de la casa, que pretendía alquilar el sitio. Entonces entre todos le dimos una onda, un toque bohemio, nada especial, es un taller donde se puede ensuciar el piso, donde no hay que tener cuidado, se puede ensuciar las paredes. El arte y la pintura tienen que ser lo primordial”, agrega la caricaturista.

 

Marlene, Diana y Sebastián son las tres patas del proyecto: “Yo voy a dar un taller de caricaturas, pero la gente le tiene un poquito de miedo al dibujo de humor, no saben bien de qué se trata, y de pronto salió por ahí alguien que quería adentrarse en acuarelas, así que también doy acuarelas. Sebastian da clases de pintura dos o tres veces por semana, y Diana es como una coordinadora del proyecto, estando siempre presente”, enumera Pohle.

 

Pero el proyecto no se queda ahí, tiene otras facetas: “Al mismo tiempo, en los horarios donde no hay clases, alguno de nosotros va a pintar, o dibujar, en vez de hacerlo en casa, donde están los chicos que molestan, donde suena el teléfono, tenemos ahí un lugar para pintar. Es como un gran atelier”, explica Marlene.

 

“En algún momento vamos a presentar alguna exposición, una selección de algún artista”, cuenta, además, Pohle. “Yo tengo bastantes contactos con colegas en Europa, y con los medios de hoy en día podemos armar una exposición que nos manden desde el exterior, por email. Vamos a ir intercalando con alguna charla, una exposición, pero siempre dentro del mundo de la gráfica y de la literatura”, detalla.

 

Por último. Marlene explica la filosofía del lugar: “Le digo taller porque tenemos la filosofía de que sea un lugar de recreación, un lugar donde la gente se sienta bien. Pretendemos que venga gente que ya sepa algo, no enseñar a cómo tomar un lápiz. Queremos que venga gente que ya sabe y que pueda desarrollar acá su hobby, que sea un lugar donde uno vaya a pasarla bien, a expresarse de manera gráfica, y de paso aprender. Las veces que yo he ido, abrimos la ventana y la gente pasa, mira, alguno que otro entra a ver o a preguntar, es una onda muy simpática la que tiene”, cierra la caricaturista.